martes, 31 de marzo de 2009

Lo que la guerra dice

Lo que la guerra dice

SABINA BERMAN

Hace más de dos años ya, nos despertamos con la noticia de que este gobierno había decidido enfrentar frontalmente al narco. De inicio, los ciudadanos tuvimos más preguntas que respuestas sobre la guerra. Tantas preguntas, que yo sentí natural escribir un texto en este espacio formado con solo preguntas: 68 preguntas divididas en cuatro trozos, cada uno encabezado, también, por una pregunta.


Las declaraciones de los miembros del gobierno, pero sobre todo de la Realidad, esa majestuosa y enorme cosa, han ido respondiendo a casi todas las preguntas. Y las respuestas son inquietantes.
1. ¿Cómo se decidió esta guerra? Ahora sabemos que la decisión se tomó “en 30 días”, afirmación reciente del entonces secretario de Gobernación, Ramírez Acuña. ¿Por qué? “Pensamos que era apendicitis, y al abrir al paciente encontramos un cáncer extendido por todo el cuerpo”, ha dicho el presidente Calderón, refiriéndose a la información privilegiada a la que tuvo acceso en su cargo. ¿Pero se sabía de cierto cuántos eran los enemigos? “No. Es imposible que se pueda saber cuántos” –de nuevo Ramírez Acuña, afirmando que hasta el día de hoy no existe el cálculo. ¿Y se sabía a qué grado estaban infiltradas por el narco las policías? “Eso se ha ido viendo” –de nuevo Ramírez Acuña.

Se fue pues a la guerra sin conocer al enemigo y con una fuerza muy infiltrada. Como si Estados Unidos hubiera ido a derrocar al gobierno talibán de Afganistán con un ejército de talibanes.
En cambio, se sabía que el Ejército mexicano se encontraba “en condiciones de mucha limpieza” (R.A. otra vez). ¿Entonces por qué se involucró –y se sigue involucrando– a las policías, que parecen ser la quinta columna del narco?

2. Si la guerra es un último recurso, ¿qué otras estrategias se analizaron con seriedad antes de lanzar la guerra? La discusión actual en el Congreso de la ley para incautar bienes al crimen organizado muestra a qué grado el Estado mexicano no aprovechó sus atribuciones antes de lanzar la guerra. Incautar los bienes del crimen organizado antes de la guerra lo hubiera debilitado de forma seria. Igualmente, la despenalización del uso de la mariguana, una droga recreativa que no causa adicción física, y que apenas ahora discute nuestra izquierda.

También hubiera debilitado al narco lo que ahora reclama insistentemente la gobernadora de Zacatecas: el control de la importación de armas por nuestra frontera con Estados Unidos. Así mismo, el ataque frontal al secuestro y al robo, que son fuentes de financiamiento del narco, y los crímenes que –según consta en las encuestas– más dañan a la gente, mucho más que el tráfico de drogas. Finalmente, la sistemática destrucción de las redes económicas que el narco extiende por la sociedad lo hubieran dejado cojo y manco.

Ahora puede afirmarse que esta guerra se decidió en un acto de valentía, pero no planificado. Y que prosigue sin que el gobierno haga uso de todas las herramientas de que dispone y que no implican la guerra frontal.

3. A todo esto, ¿quién demonios es el enemigo? Según el spot más reiterado del sexenio, esta guerra se hace “para que la droga no llegue a las escuelas de tus hijos”. Ah, según eso, el enemigo son los distribuidores de la droga dentro del país, un grupo que se antoja pequeño y fácil de derrotar. No, el enemigo, según las declaraciones de los miembros del gabinete de seguridad, es el narco. Ah, toda la red que transporta, cultiva, procesa en laboratorios clandestinos, distribuye y vende la droga, en territorio nacional y extranjero. Un enemigo mucho más considerable. Falso otra vez: según los mismos declarantes, pero en otros días, el enemigo es todo el crimen organizado.

Ahora los alcaldes de las ciudades de Guanajuato y de Culiacán agregan a la lista del Mal: los besos lujuriosos, la vulgaridad, la pornografía, las groserías.

En fin, ironía aparte (por cierto que de los alcaldes, y no mía), estamos viviendo una cruzada contra el Mal en general. Una guerra contra un Mal difuso. Un Mal difundido en todos los niveles sociales. Un Mal donde caben sin jerarquía el vendedor en menudo de mariguana y el vendedor de la (esa sí) asesina “piedra” y el policía corrompido y el multimillonario y sanguinario capo y el brutal secuestrador.
Por desgracia, una guerra con tantos frentes, o dicho mejor, con un frente desperdigado por todas partes; una guerra sin jerarquía de objetivos por razones de urgencia y/o de estrategia, es imposible ganarla, al menos a mediano plazo. Lo que lleva a otra pregunta:

4. ¿Cuál es el criterio para declarar ganada esta guerra y suspenderla? Esta es probablemente la pregunta que recibe una respuesta más inquietante. Corrijo: que recibe el manojo de respuestas más inquietante. Hasta tener controlada la operación de todo el narco. Hasta reinstaurar la gobernabilidad en donde ha desaparecido. Hasta disminuir a cifras de hace 20 años el secuestro y el robo. Cito respuestas que he recibido informalmente de miembros del gobierno –por eso no las atribuyo– y que delatan que no existe un criterio oficial, un criterio conocido por todo el aparato de gobierno y comunicado a la ciudadanía.

5. ¿Y cuánto durará la guerra? “Más de un sexenio”, según Ramírez Acuña... bueno, si el siguiente presidente decide continuar una guerra así emprendida, lo que es improbable.

6. Y, por fin, cabe una última pregunta: ¿No es ya tiempo de que este gobierno revise su plan de guerra? ¿De que defina con precisión quién es el enemigo; cuál es la jerarquía estratégica de los objetivos; cuál es el criterio para declarar ganada la guerra; y con qué recursos, aparte de las balas, cuenta para salir victorioso?




domingo, 29 de marzo de 2009

Los Ovnis de Nuesta Mente

Los Ovnis de Nuestra Mente

Por: José Luis Zárate.

¿Qué fue primero: el huevo o la gallina, el OVNI en las alturas o la pantalla?

24 kilómetros de largo, surgiendo de un camuflaje de nubes incandescentes: las naves alienígenas de "El día de la independencia" descendieron sobre el mundo entero, usando millones de salas cinematográficas como cabezas de playa para la invasión.

Meses después empezaron los avistamientos de OVNIS titánicos.

Las pruebas: temblorosos videos de aficionados que fueron los únicos en darse cuenta de que una ciudad manufacturada flotaba en las alturas.

Los testigos nada dijeron de efectos atmosféricos causados por tener una masa tan enorme flotando en las alturas, cambios de presión, túneles de viento. Nada.

Sólo la imagen.

No es extraño que no fuera fácil creerles.

La imagen engaña, y eso lo sabe cualquier aprendiz de mago, todos aquellos que le gusten los efectos ópticos, quienes pagan para observar las maravillas falsas de las películas.

La gente que muestra sus fotografías y sus videos como pruebas irrefutables de que hay algo flotando despreocupadamente allá afuera, olvidan que nuestra civilización ha convertido la manipulación de imágenes en un juego.

Ningún negativo, ningún video casero será -jamás- la prueba definitiva.

Steven Spielberg le encargó a Douglas Trumbull, técnico en efectos especiales, las naves extraterrestres más "realistas" que pudiera conseguir en "Encuentros Cercanos del Tercer Tipo". El título se refiere a las fases de un "encuentro Cercano". La primera fase es el avistamiento.

El OVNI en las alturas, revoloteando envuelto en luz.

Trumbull menciona, en el press-book de la cinta que analizó las fotografías más famosas de OVNIS y que lo único que encontró fueron "reflejos de luz, difracción en la lente de las cámaras, defectos de la película, fenómenos atmosféricos". Nada difícil que copiar.

Añadieron maquetas, y una monstruosa nave nodriza más grande que una montaña, pero la dramática primera aparición de lo extraño no fueron más que la magnificación de esos errores.

Existe un rumor muy difundido que Spielberg usó OVNIS reales en su famosa cinta.

Eran tan "verdaderos" según la mitología OVNI. Idénticos a las pruebas "irrefutables".

¿El huevo o la gallina?

Las naves de esa cinta fueron creadas a partir de lo que la imaginación popular consideraba debían ser los transportes alienígenas y esa imaginación usa ahora las películas como prueba.

No en balde llaman al cinematógrafo: la máquina de sueños.

A veces sueños reciclados, cierto, pero sueños al fin.
En la cinta "El día que paralizaron la Tierra", un OVNI hace el mismo recorrido turístico que las naves de ID4 y aterriza en el jardín delantero de la casa blanca para que Klatuu y su robot traten de darle a 34 tanque y 72 soldados apuntándoles a la cara su mensaje de paz.

Y "En la Tierra contra los Platillos Voladores", el mago en efectos especiales Harryhausen destruye los mismos símbolos patrios norteamericanos.

Ambas cintas fueron estruendosos éxitos de taquilla en su momento.

Explotaban un par de hechos evidentes: el miedo al "otro" típico de la Guerra fría, y la ola de "avistamientos" OVNIS.

Algunos psicólogos insisten en que el platillo volador es una buena figura para cristalizar en ella temores y desasosiego. En épocas difíciles expresan tanto el miedo a lo desconocido como la esperanza de que alguien pueda ayudarnos.

Antes fueron las hadas.

Gabriel Benítez, escritor de CF mexicano, dice que existe una pauta clara entre las leyendas de gente llevadas al país de las hadas y los secuestros (abducciones) extraterrestres.

El contacto en lugares solitarios, donde la maravilla puede existir libre de miradas ajenas. El contacto tímido al principio: las hadas revoloteando envueltas en luz, los OVNIS que no se animan a aterrizar. Después, la invitación: entrar al árbol mágico o a la nave alienígena. Alguien, una figura en particular sirviendo de guía. El milagro al alcance de la vista. Y un hecho típico en ambas experiencias: el descubrimiento del testigo de algo que no comunica a sus captores, puede ser el mapa estelar que diga el punto de origen, el objeto maravilloso que da poder a las hadas. Luego la huida...

Benitez dice: -Bueno, no vayamos tan atrás: las abducciones extraterrestres siguen el mismo patrón que el encuentro con el Nautilis en "20,000 leguas de viaje submarino" de Julio Verne.

Juegos de espejo entre la necesidad humana de maravillas y las imágenes ofrecidas por los medios.

No es casualidad que esté a punto de estrenarse una cinta titulada "Hadas: una historia verdadera" que utiliza las nuevas técnicas de efectos especiales para narrar la vida del par de hermanas inglesas que tuvieron pruebas fotográficas "irrefutables" de la existencia de hadas con sombrerito puntiagudo y botitas de piel.

Rodenberry, el creador de Star Trek mencionaba que deseaba que sus vulcanos fueran realmente extraterrestres, pero nadie iba a aceptar, en esa época, nada demasiado extraño. Las orejas puntiagudas tal vez fueran demasiado en ese tiempo en que los éxitos televisivos eran magnificaciones de la American Way Life.

Pocos saben que la primera prueba de cámaras de Leonard Nimoy con su maquillaje alienígena y su traje de la federación (phaser incluida) fue en la escenografía de "Yo Amo a Lucy": la típica salita gringa.

Todo manual de guiones cinematográficos trae la siguiente recomendación: ofrece algo con lo que el público pueda identificarse.

En E.T. fueron los grandes ojos llenos de comprensión y necesidad del muñeco. Alguien comentó que era extraño que las fibras emotivas de la nación fueran tocadas por un ser de alambre y plástico.

Grandes ojos y propósitos nobles.

John Clute, editor de la Enciclopedia de la Ciencia Ficción menciona en un programa del Discovery Channel que la gente que tuvo encuentros cercanos con extraterrestres grises de alma pura y gran corazón en realidad se encontraron con E.T. de Spielberg.

Sin embargo no sólo el cine afecta al mundo real. El mundo real modifica también al cine.

Stanley Kubrick dice que deseaba que 2001 fuera una descripción realista de un viaje espacial. Por ello sus diseñadores se basaron en las naves espaciales reales de la NASA para dar un aspecto tecnológico creíble. En el cine casi todas naves eran lisas, pulidas, de una pieza.

La Discovery usaba mil paneles en su superficie, retazos tecnológicos formando un casco lleno de detalles realistas.
De ahí en adelante, todo nave espacial que quisiera parecer real debía ser formada por paneles.

Vean sino la diferencia entre la Enterprise de la serie de televisión y la Enterprise de la primera película.

Las naves de ataque de La Guerra de las Galaxias son hermosos cazas aerodinámicos que no tienen por que serlo, dado que atacan en el espacio sin aire, pero era necesario ya que Star Wars usa como escenario de su primera parte una atmósfera basada en la Segunda Guerra Mundial: con su resistencia y sus nazis creadores de Estrellas de Muertes genocidas. Por ello la batalla final es un duelo entre Tigres Voladores y la Lufthansa.

Isaac Asimov se quejaba amargamente de las imprecisiones: ¿para que usar humanos en los cazas? ¿por qué tenían que apuntar manualmente? ¿no una civilización que puede crear esas preciosas miniaturas cinematográficas debe haber apuntado ya sistemas automáticos de guía?

Menos mal que no vio Star Trek II. Ahí ni siquiera son batallas aéreas. En la trama de "La Ira de Khan" la Enterprise y otra nave se enfrentan en una bella recreación de los duelos entre buques piratas. Usan torpedos photón en vez de cañones, pero las imágenes son idénticas. El bombardeo en la línea de flotación.

Actualmente, los directores buscan no sólo ser conscientes de sus influencias, sino hacerlas bastante reconocibles.
Mars Attacks! de Tim Burton, homenajea y se burla al mismo tiempo de todas esas cintas de ciencia ficción barata que tenían más imaginación que recursos para llevar sus extrañas visiones a la pantalla. Es un canto a las naves movidas por hilos y a los extraterrestres de cartón-piedra que existen.

El cine de ciencia ficción ha ofrecido una "sensación de maravilla" que devuelve esa fascinación ante lo extraño, el encuentro con lo fantástico.

Los grandes presupuestos lo logran: revivir dinosaurios, mostrar ataques multitudinarios de naves, extraterrestres simpáticos.

Pero no todo el mundo tiene esos recursos.

Ello no ha detenido a los imaginativos, aquellos que no se detienen ante nada para plasmar sus imágenes de lo que puede ser lo alienígena.

La filmografía mexicana es rica en esos ejemplos de cine de ciencia ficción realizado con tres centavos y sin un guión terminado.

Clavillaso se enfrentó a unos ojos babeantes que deseaban apoderarse del mundo, utilizando para ello imágenes de la cinta norteamericana "Destination: Moon", y partes de la serie de televisión "El Tunel del Tiempo".

Piporro se enfrentó a una vampira venusina, un esqueleto marciano y un robot llamado Tractor enamorado de una sinfonola en "La Nave de Los Monstruos", donde un cohete alienígena lleno de la peor escoria intergaláctica desciende en Monterrey para, como primera muestra de su malignidad, comerse la vaca de piporro tan rápido que encuentra el esqueleto aún de pie en el establo.

Los efectos sonoros son, realmente, lo más extraterrestre que pueda encontrarse.

La vampira (Lorena Velazques, of course) cuando se convierte en murciélago chilla como gaviota playera, y el monstruo de peluche galáctico imita perfectamente a un león cuando ataca.

Zovek, el escapista mexicano, tiene el mérito de haber detenido una invasión marciana comandada por Wolf Rubinsky estrellando una camioneta de redilas contra un OVNI.

¿Y alguien se acuerda de la cinta "Una Galaxia llamada Roma" donde la civilización extraterrestre usa togas, minifaldas romanas y una alienígena se llama Frijol-ito y se enamora del astronauta nacional representado por "El Pichi"?

El famosísimo astro del cine mudo Buster Keaton trabajó durante su época más baja en una cinta mexicana de CF: el moderno Barba Azul en donde acompaña a unos astronautas vestidos con togas de hechiceros con sombreros de pico.

Nadie se molesta en explicar el por qué de ese atuendo.

"Los Marcianos llegaron ya" muestra como el coche experimental de Resortes en confundido con un OVNI, como si los ramblers de aletas existieran en toda la galaxia.

Existe una cinta en que unos niños extraterrestres vienen a la tierra para platicar con Keiko en Reino Aventura con los efectos especiales más penosos de la historia del cine.

Bueno, después de todo la nave alienígena gigante de "Viaje a las Estrellas IV: Regreso a Casa" viene a hacer exactamente lo mismo.

Cada una de esas cintas trataba de entrar en los sueños colectivos, poner su granito de arena en el imaginario social.

La autopsia extraterrestre trasmitida por la cadena televisiva Fox se ha convertido ya en una referencia obligada, ya sea para burlarse o para creer en ella. Un extraterrestre gris, medio enanito abierto en canal de una forma en que ningún patólogo lo haría.

¿El huevo o la gallina?

Alguien trató de representar como verdad un mito, pero el mito del OVNI estrellado el Roswell nació de una porción de verdad.

Algo se estrelló en el desierto. Ese algo pudo ser un millón de cosas: incluyendo un OVNI, por supuesto.

La leyenda lo convirtió en un hombrecito gris, indefenso, un niño galáctico en garras de militares despiadados.

¿Quien no se ha sentido indefenso, a 25 millones de años-luz de casa, rodeado por la incomprensión humana?

Los guionistas lo dicen: que el público se identifique con algo.

La soledad, el desamparo, lo nerviosos que nos poner los gobiernos que guardan secretos, la desconfianza hacia las autoridades.

Los Expedientes Secretos X son un buen ejemplo de cómo una serie de ficción puede captar el espíritu de una época.

La Dimensión Desconocida y Viaje a las Estrellas lo lograron antes, descripciones de su sociedad.

La paranoia, el desamparo ante los aparatos represivos, las mil explicaciones contradictorias que no explican nada. La necesidad de algo más allá de las mezquindades terrestres.

I WANT BELIVE, yo quiero creer, reza el poster de un OVNI que Fox Moulder tiene pegado en su oficina.

Los hombres que miran el cielo con sus cámaras de videos también quieren.

Nosotros que sintonizamos lo extraterrestre en nuestro televisor, que vamos a verlo en cintas taquilleras, que lo disfrutamos en el video.

Los OVNIS de nuestra mente sobrevuelan sueños colectivos y buscan el contacto cercano.

La fascinación.



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