viernes, 25 de enero de 2008


BONITA
Por: Wendy Álvarez Cordero. 2007.

Bonita…
En tus labios es más que una palabra, que un adjetivo, que un decir. Es un poema de palabras breves y de eternos sentimientos, que inunda a mares y océanos mis ojos con lágrimas de gozo, que convierte a mis oídos algo majestuoso.

Bonita…
De tu tierna mirada hizo un verbo peligroso que al perderme en ella me arrojé al vacío y mi defensa fue creerte. Desear jamás fue tan intenso. Mi despliegue infinito de sueños se posaron en tus brazos; los hiciste tuyos y tus sentimientos se han grabado en mi perturbado corazón incontrolables, haciendo de la mesura una cualidad vana y sin efecto; sin importar que si al amarte en la locura me pierdo; si eres lo que más deseo, lo que mas quiero.

Bonita…
En tu cabeza es mas que un pensamiento, es libre camino que se tira al viento, que no tiene espacio que no tiene tiempo, que se sabe eterno, es un campo abierto donde justo en medio construiste una enorme fortaleza para resguardar a tu princesa, donde es posible creerte, posible sentirte y quedarme dentro, sin necesitar mas para vivir que tu aliento, donde es un privilegio ser la tierra donde plantas tus pies y donde siembras tus sueños, donde puedo ser tu sol para calentar tu día, tu luna para iluminar la oscuridad de tu noche, tu otra mitad para acompañar tu soledad y el agua que si estas sediento te brinde saciedad, nada mas por eso. Bonita… En tu sentir, es más que sencilla vocación de caballero, más que frase de conquista, más que palabra de aliento.
Bonita...
En tu sentir es ser "yo", con tantos defectos, sin justificarlos, sin ignorarlos, sin maximizarlos, porque los hiciste tan tuyos por ser míos, sin prejuicios, sin amores alocados, serenamente como tu bendita persona, y me pregunto, ¿cómo pudiste lograrlo? ¿Cómo de amor me has llenado? ¿Cómo hoy pude al espejo mirarlo? ¿Cómo me transmitiste el sentir, como me hiciste al vivir?

Bonita…
Poderme pensar bonita es sinceridad de tu boca, espontáneo y sencillo amor que hizo de tus ojos crearme nueva ante los míos, al decirme, pensarme y sentirme así, por el simple pero milagroso hecho que de tu corazón nació…
… que soy bonita.


Comentarios a: Wendy Álvarez Cordero

jueves, 24 de enero de 2008

POLÍTICA Y CORRUPCIÓN.

Por: Anselmo Bautista López.
Autor del Libro: PRISIONES.



Saludos:

Cuando observo la pobreza y la irrisible economía mexicana que en lugar de crecer va en deterioro y no por falta de esfuerzos para avanzar ni por falta de intelecto, no puedo más que sospechar que algo se ha corrompido.

Cuando los partidos políticos, en tiempos electorales, no utilizan adecuadamente los recursos económicos para sus campañas; no contienden limpiamente; no proponen ninguna plataforma sustentable; no demuestran capacidad para el diálogo y mucho menos para ponerse de acuerdo en proyectos de nación; y sí, en cambio, llenan sus debates en tono de competencia dejando fluir el ardor de sus deseos por llegar al poder profiriendo, inclusive, injurias y calumnias [que tal vez son verdades] al enemigo; limitando la campaña en hacer gala y alarde del candidato sobre una pasarela; en detener proyectos viables y necesarios para el país proponiendo iniciativas en las que anteponen sus propios intereses partidistas y no de nación… A esto yo le llamo corrupción.

Cuando un funcionario público no ejerce con honestidad, responsabilidad y dirección cada una de sus funciones... A esto yo le llamo corrupción.

Cuando un ciudadano común y corriente extiende un billete a cualquier servidor público para verse favorecido… también lo llamo un acto de corrupción.

Cuando el niño chantajea emocionalmente a su madre para que ésta cumpla su capricho y se hace… A esto yo lo llamo el principio de un nuevo corrupto.

Por doquier vemos las injusticias, el nepotismo, el tráfico de influencias, las mordidas, la protección a la impunidad, sobornos, los compadrazgos… En fin, por doquier vemos estas cosas que nos humillan, haciéndonos sentir impotentes y arrinconados, y a veces hasta con un dolor de estómago sobrevenido de un coraje.

No cabe duda que la corrupción es la pus de cualquier órgano social.

La carente participación política de un pueblo y la falta de una educación intelectual hacen que no se pueda comprender la problemática y solución de la corrupción, cada vez más enrarecido y prolongado.

Es aquí, tal vez, donde se cierne radicalmente el problema del subdesarrollo. Por tanto, no hay mayor problema que la solución al problema de la corrupción, la cual, no puede tratársele únicamente desde un punto de vista teórico–legal, puesto que el Derecho no orienta ni canaliza la vida hacia un futuro de progreso constante. Más bien la limita. Es así que, sin existir la voluntad de estar al margen del Derecho, se traspasa esa línea divisoria entre lo legal y lo ilegal.

La sociedad dentro de su propia evolución sufre un empuje hacia delante, por ello, las Leyes deben estar a su altura, de otra manera se convierten en un anacronismo. Aplicables, sí, pero no operables. En el peor de los casos, estancan la actividad social, la reducen, la empobrecen como sucede dentro de la vida campesina, obrera y empresarial de México.

A ello hay que sumarle, el abuso de poder y las consecuencias todas que este abuso acarrea: Leyes injustas o preferenciales, tráfico de influencias, sobornos, prepotencias, injusticias, rapiña, y sobre todo la falta de interés por implementar una efectiva educación intelectual y cívica.

El sector estudiantil es la que más alejada está de la vida real. Nuestras Universidades son un lugar generadora de ensueños. Ahí, el estudiante vive en el limbo de los ambiciosos proyectos. Cuando entra a la vida económica real y ordinaria, sus ojos recobran la vista después de largos años de miopía.

***
Arnulfo Gamboa, uno de los personajes de mi novela Prisiones, que encarna el pensamiento Darwiniano con un toque de nacionalismo, ilustra muy bien el mundo y las raíces de la corrupción durante todo el desarrollo de sus diálogos.

…¿qué me dices de la corrupción? ¿No crees que los delitos de cuello blanco hagan más daño a una comunidad? En cada tranza, en cada mordida que dan al erario del Estado, a los bienes públicos, por cada soborno, cada acto de corrupción, dejan sin comer a muchas familias orillándolas a la delincuencia, a la miseria, a la desesperación y al suicidio. ¿Y quién dice o hace algo para acabar con esos crímenes silenciosos? El mismo Congreso favorece a estos delincuentes oficiales. (…)

¿Qué me dices de los rescates bancarios, los rescates a la industria y el tráfico de influencias que opera en las altas esferas? ¿A qué te huelen la piratería y los coyotes? (…)

El narcotráfico no se hubiera extendido tanto si funcionarios de alto nivel no estuvieran involucrados. (…)

—Todo, todo lo que sale en los periódicos y las noticias me pone de mal humor, lo mismo que la flojedad y la manera en que manipulan sus reseñas, pero sobre todo el consentimiento del pueblo que permite que aún los sigan pisoteando y humillando.

Tenemos que enseñar a nuestra gente a ser hombres, a enseñarles por qué y para qué trabajan y pagan impuestos. Los mexicanos no podemos permitir seguir siendo defraudados y explotados. No tenemos nada que nos haga estar en el centro de las miradas que volteen hacia nosotros con admiración. Nuestros científicos se labran en el extranjero; nuestra prensa sigue siendo mercenaria, nuestros políticos y gobernantes siguen siendo rapaces, nuestras escuelas populares las han reducido a la mediocridad.

Tenemos gente con un potencial increíble que se está malogrando por la podredumbre oficial que apesta y carcome el cerebro.

Tenemos dos Méxicos: El del gobierno que no le importa el pueblo y el pueblo que no le importa cómo gobiernen.

Debemos ver de cara al futuro y estar a la vanguardia de los últimos acontecimientos mundiales científicos, tecnológicos, económicos, sin ceder a los intereses de otras naciones. Necesitamos crear por vez primera nuestra soberanía, protegerla y conservarla con nuestra vida. Estamos en una guerra Económica Mundial sin cuartel, sin moral, sin escrúpulos, sin bondades, sin tientos del corazón. Pero para tomar las armas, primero hay que depurar nuestro ejército y acabar con los traidores de nuestra nación, acabar con todas las ratas de cola larga y cola chica que gobiernan nuestra casa, acabar con los que han vendido y siguen vendiendo nuestros muros. Dejemos de ser un país con instinto de sepultura, amante del ataúd; mejor salgamos del féretro como el vampiro durante la noche para anemiar, no a nosotros mismos, sino para chupar sangre del vecino que nos dé la fortaleza que requerimos...

Es necesario limpiar el estiércol de nuestras instituciones. No basta tener buenas intenciones. ¡No! Quien tiene buenas intenciones se corrompe con facilidad tan pronto le pica el mosco de la avaricia o se acobarda tan pronto está en peligro.

Si no hacemos nada por este país, llegará otra vez el día en que nos veamos con penachos comiendo carne humana.

Luchamos contra el enemigo, contra el poder vacío e irresponsable. Ya lo dijo Carlos Fuentes sintetizado, perfectamente sintetizado: "Valor—poder—responsabilidad son la gran unidad, la que nos liga a unos con otros, con la naturaleza y con Dios."

Lo que queremos es sepultar toda esa escoria formada de varios decenios para acá.

En nuestro equipo no nos metemos zancadillas ni nos picamos los ojos. Si es necesario ponemos nuestras espaldas para que otro suba, porque al hacerlo todos nos posicionamos. Entre nosotros practicamos una real democracia; no como la de esos huele rabos de la política. Aquí no todos somos iguales ni todos tienen las mismas oportunidades, eso lo comprendemos muy bien. Sabemos reconocer al mejor, al más apto, para desempeñar una función. Dentro de La Neoesencia no hay compadrazgos, no ejercemos la influencia ni hacemos subir al que nos venga en gana ni siquiera por su bonito trasero. Aquí no hay cabida para los lambiscones ni los flojos. Nadie ejerce derechos de antigüedad ni obtiene favoritismos por amistad ni por cualquier otra índole. Quien quiera subir tendrá que sobarse el lomo para merecerlo y, desde luego, tener la aptitud, ser fiel a los estatutos del Plan y de La Neoesencia.

Al mexicano nadie le teme. Esto lo saben muy bien los políticos y todo funcionario público. Por eso hacen lo que se les viene en gana. Les roban, les defraudan, en fin. La mayoría de éstos ha sido un traidor a la patria, la han exprimido y han puesto a tambalear a la nación. Nuestro país está lacerado, por doquier vemos la rapiña, grupos oficiales de corrupción, proteccionismo, mucho poder y poco rendimiento, mucha demagogia y escaso intelecto; y del otro extremo mucha indiferencia, apatía, consentimiento, mediocridad y resignación. Los apóstoles de las bonitas palabras nos aconsejan la tolerancia. Ya no hay tiempo para seguir tolerando esta situación. Hay que crear por vez primera y definir el concepto Mexicanos...

***

Con Arnulfo, vemos a un hombre empeñado en hacer de México un país fuerte y poderoso en sus distintos niveles, pero su mayor preocupación se centra es combatir precisamente la corrupción.
En otro diálogo entre Demetrio, personaje principal de mi novela Prisiones, y Ramiro, amigo suyo, se describe de manera crítica una pequeña faceta de la labor y comportamiento oficial:

—¿Qué tal si litigo? (Preguntó Demetrio)
Ramiro chasqueó la boca desaprobando.
—No, viejo. Ya estamos hasta la madre de abogados. Te morirás de hambre.
—¿Y no estamos también saturados de burócratas? —replicó tozudo.
—Cierto, pero tendrías un ingreso seguro. No hay como pertenecer a la nómina. Tú sabes, prestaciones, vacaciones, seguro social, puentes...
—¿No te da vergüenza hablar así, Ramiro? ¿Tan mediocre, corriente e insignificante? Hasta pareces del Sindicato de Maestros.
—Entiendo que tienes coraje contra el sistema...
—Te equivocas. ¿Has pensado qué harás cuando te den una patada en el culo? Podredumbre y carroña hay en toda institución gubernamental que conservan una cultura de acabados. Agencias, todas, de colocaciones. Quieren que des tu vida por un plato de frijoles y si quieres ascender tienes que aprender a lamer culos. Ahí no importa que hagas las cosas bien o mal sino que te hagas pendejo. Si trabajas duro como las mulas te aumentan el trabajo para que revientes, renuncies y coloquen a otro de su preferencia. Si eres flojo, entonces te pican las nalgas como si fueras yunta. La cosa es que no terminan de joderte nunca. Y para colmo se inventan más papeleo que sirve para un carajo. Mucho esfuerzo y poco rendimiento, Ramiro. De no ser así, tendríamos un Estado y un país mejor. Esas son nuestras instituciones. Y si no quieres esas presiones y hostigamientos entonces debes mocharte y ser servicial con los intereses del jefe para que te tenga en mejor consideración. En pocas palabras, de uno u otro modo te arrojan a la mediocridad, te convierten en un insignificante y mezquino empleaducho, a parte de que te obligan a ser corrupto. Lo único que no debes hacer es desempeñar lo mejor posible tu labor. Tampoco debes tener cerebro ni iniciativa porque eso ofende a los superiores; la inteligencia les hace sombra y la agarran contigo, te destruyen.
Ramiro se encogió de hombros, y dijo:

—¿Qué podemos hacer? Así funciona todo en el gobierno. Si el mundo es cínico entonces el hombre puede serlo también. Sé más flexible y adáptate al movimiento. Chinga que atrás te vienen chingando. Muévete como todos los demás. ¿Qué puedes hacer tú para cambiar las cosas? Todos necesitamos un trabajo, ¿no? ¿Qué importa si para conservarlo tenemos que hacerle la barba al jefe o hacerlo nuestro compadre para ascender?

***
Aquí podemos observar que la corrupción está muy ligada a una escasa cultura política y cívica, a una escasez de valores éticos tanto de los directores del país como del mismo ciudadano común. En cambio, vemos una alta tendencia a perseguir intereses egoístas y avaros sin importar los medios para alcanzarlos y sin importar si éstos se encuentran dentro del marco de la Ley.

Lo cual provoca, por ejemplo, que el campesino viva en una isla solitaria languideciendo en las esquinas de la sociedad o encontrándose desterrado en su propia tierra en medio de un inmenso océano de prosperidad material, porque la producción y distribución de bienes se halla por completo acaparada y desorganizada, de manera que la mayoría vive temeroso ante la posibilidad de que su economía se vea eliminado y sufrir así la falta de lo necesario.

Yo no desconozco los motivos del por qué se cruza ilegalmente la frontera norte con muchos esfuerzos y tribulaciones. Algunos por la desesperación de ver a su familia morir de hambre, otros por que sus derechos de libertad han sido golpeados. En fin, que los motivos los hay diversos.

Tenemos compatriotas que dudan del destino de nuestro país a la que ven como una nación que ha perdido vitalidad, sin ningún mensaje alentador que dirigir. Nuestros gobernantes han puesto a temblar a muchos conciudadanos que han decidido por preparar la fuga con el sentimiento de la desilusión, la angustia y el escepticismo sobre las instituciones, las leyes y los hombres que la dirigen, viendo cómo el país se desintegra.

Están cansados de testificar cómo algunos lucran y se aprovechan impunemente. Quieren honestidad en la dirección y no partidos ni instituciones que sean sólo oficinas de contratación de empleo.
Nuestros compatriotas que han cruzado la frontera y nuestros casi 60 millones que viven en la pobreza me recuerdan constantemente que nuestros gobernantes han incumplido las magníficas palabras de nuestra Constitución, en lo que respecta a garantizar a todos una vida digna, seguridad social, producción de riqueza, empleos, salud…

En lugar de honrar su actividad pública sirviendo al pueblo, se han limitado a extender cheques del Banco de Justicia, con el sello de “fondos insuficientes”, haciendo irreales las promesas de Democracia.

El pueblo mexicano debe salir de los callejones obscuros y desolados hacia el alumbrado de la justicia social. Sacar al país de sus arenas movedizas. Sería fatal para la nación pasar por alto esta urgencia.

Nuestra sed ha venido siendo satisfecha de la taza de la amargura o del odio. No. Nuestra sed debe estar saciada del plano alto de la dignidad y la disciplina. Las protestas y actos creativos en este proceso no deben degenerar en violencia física, sino en el diálogo y dentro del marco de la ley.

No podemos estar satisfechos mientras la aplicación de la justicia no sea cristalina y pareja, mientras el manejo de la Administración Pública no sea en beneficio del pueblo, mientras los comicios no sean transparentes.

El pueblo mismo debe representar la realización de grandes tareas en el porvenir de la patria, y no abandonarse sólo a las decisiones de los directores del país. Debe poner un alto a la corrupción empezando por su propia casa.

Debe ponerse en marcha todo nuestro engranaje intelectual y laboral sobre la construcción de un bienestar colectivo, porque el pueblo es mucho más que un partido político, es mucho más que un hecho electoral.

Es menester que se reaccione y se llegue a un acuerdo nacional para construir el desarrollo económico, levantar la condición de la agricultura tan fuertemente golpeada, desarrollar la industria y la minería. Y para esto es indispensable contar con Universidades que no sólo transmitan el conocimiento teórico, sino también el práctico, pero sobre todo alimentar el espíritu de investigación a las soluciones de problemas reales en aras de alcanzar un ritmo de progreso que no encuentre tropiezos legales, ausencia de mano de obra descalificada o insuficiencia tecnológica o intelectual, y en el último y quizá más relevante de los casos por injerencias políticas de países extranjeros.

Ello implica que el pueblo no sólo tenga entusiasmo para realizar estas cosas, sino también ideas claras en la cabeza. Que tengan no sólo gritos sino también un mensaje que inyecte vitalidad y orgullo.

A esto yo le llamo una campaña sin causar heridas para construir un gobierno que garantice el progreso económico, la justicia y la incorporación del pueblo en forma responsable a la tarea y al beneficio, cuyo programa de gobierno sólo será dueño el mismo pueblo.

Sólo así, enfrascados todos sobre un mismo objetivo común, puedo ver una real democracia a la vez que se desvanecen todos aquellos actos de politiquería y demagogia; vislumbro leyes no sólo creadas para normar la conducta, para reprimir o detener el avance sino para fortalecer; veo una economía que va en aumento y que llega a todas las manos…

Si México ha de ser una gran nación, esto debe hacerse realidad.

Con esta novela, Prisiones, quiero ofrecer a ustedes no sólo una interesante historia sino también un conjunto de hechos y reflexiones tan a propósito para los días que vivimos.

Para concluir, y haciendo honor a mi personaje principal, añado que no será posible combatir la corrupción sin correr graves peligros y quizá perecer en el intento como muchos han perecido, pero por el futuro de nuestros hijos y por amor a ellos, muy bien valdría la pena arriesgarse.
De qué sirvió.

Por: Anselmo Bautista López.


Con ansiedad supe que estaría ahí frente a los sinodales respondiendo a sus inquisidoras preguntas.

Mi nombre es Modesto. Tenía 11 años cuando acompañé a mi tía al examen profesional de su hijo Norberto. El acto me pareció solemne. Él vestido de traje y corbata. Mi ti con su mejor atuendo. Nos acompañaba Francisco, el amigo de mi primo. Muchacho alegre y bien portado. Me caía muy bien porque se sabía mil chistes, tocaba la guitarra y sus comentarios estaban a la altura de mi entendimiento. Muchas noches los sorprendí estudiando juntos como dos grandes hermanos tanto que hasta me daban ganas de tomar mis libros también y sentarme junto a ellos.

Con la boca abierta escuché sus respuestas de Agronomía que con suma facilidad dio a los hombres tras la mesa. Yo no entendía una sola palabra pero supuse que lo estaba haciendo bien por los comentarios de aprobación que Francisco daba a mi tía.

Durante su fiesta no dejaba de admirarlo. Norberto era un prominente estudiante, practicante de karate y sin ningún vicio. Quería ser como él y tomando su ejemplo me apliqué.

Las ganas de estudiar me duraron poco porque estuve a punto de no terminar la primaria.

En secundaria me expulsaron por “burro”. Y siendo aún él mi ejemplo, me inscribió en otra escuela donde cada noche me vi obligado a liarme a golpes. Los muchachos odiaban a cualquiera que viniera de otras aulas.

No sé si los puños cerrados en mi cara o los golpes de la vida me sacudieron el cerebro. A partir de entonces, matemáticas ya no era la clase que más odiara. Mi vida dio un giro. ¡Qué hermosos se veían los nueves y dieses en mi boleta! El deporte comenzó a formar parte de mi rutina y siguiendo los pasos de mi primo tomé clases de karate.

Durante la carrera técnica sentí un poco de pavor, porque el primer semestre fue un periodo prácticamente de selección. De 160 alumnos sólo había cupo para 90, así que yo debía quedar por lo menos en el noventavo lugar para ser aceptado y continuar con mis estudios técnicos.

Fue una lucha constante de sapiencia. Rivalizamos unos a otros. Y yo observaba a los mejores calculando mis posibilidades. Estaba tan lejos de ser uno de los elegidos que en cada examen veía pronta mi salida por la puerta grande hacia la calle.

A veces la simpatía nos salva de un desastre. Mi compañera de junto se apiadó de mí y me dedicó su tiempo a enseñarme con paciencia lo que no había aprendido. Era la estudiante más temida por todos. Jamás se le conoció una calificación que bajara del 10 perfecto. Y digo perfecto porque no hubo en sus exámenes un solo tache.

Pero como todo favor debe devolverse tarde o temprano, resultó que mi amiga se enteró que su novio bateaba por los dos lados. Así que tuve que cubrir la vacante hasta lograr consolarla y hacer que se olvidara de él.

Durante los 3 años que duraron estos estudios, fui capitán del equipo de voleibol; formé parte de la banca del equipo de básquetbol; y competí en 800 metros planos, caminata y relevos. Nunca logré un buen lugar ni un excelente desempeño. El trabajo de medio tiempo como halconero no me dejaba ya muchas fuerzas.

Con la ayuda de mi amiga, la escuela ya no era la cueva obscura por donde salían murciélagos sino un amplio jardín donde podía respirar nuevo y múltiples aromas y entrar de lleno a las actividades de solo adultos.

De 160 alumnos que fuimos en un principio, sólo 20 logramos terminar la carrera técnica.
Mi amiga se fue a estudiar Odontología y yo Leyes.

De la Universidad no tengo casi nada que decir, excepto que distraje mis estudios y el deporte por culpa de las veinteañeras. Y es que uno deja cualquier cosa cuando existe la posibilidad de bajar unos chones detrás del coche más apartado del estacionamiento o en el primer rincón obscuro.

Confieso que prefería estas distracciones a andarme emborrachando con los cuates y andar tambaleante y estúpido por las banquetas.

No obstante, el último semestre llegaba a su fin. Dudé si comenzar a preparar mi tesis o dejarlo para después. Recordé a toda esa gama de pasantes que lo dejaron para otro día y hasta la fecha siguen sin comenzar con la primera página. Otros de plano han renunciado a titularse.

-¡Ya para qué!

No quise que eso me sucediera y de plano le entré a los libros. Me propuse terminarla para antes de celebrar la quema de Códigos y embriagarnos en la fiesta de graduación. No quería preocupaciones futuras.

Cuatro meses después de la merecida cruda, portando orgullosamente mi anillo al dedo, con plena seguridad y afiladito como hacha me senté frente a los sinodales para defender, a puerta cerrada, mi tesis profesional titulada: “La anticonstitucionalidad del arraigo domiciliario.”

Por unanimidad obtuve mi título y debo agradecerlo a mi primo y a mi amiga. Uno por inspirarme al estudio y la otra por ayudarme a sacar mejores calificaciones.

Hoy mi primo, el Agrónomo, trabaja para una empresa vendiendo herramientas para mecánico automotriz. Parece que la Agronomía, finalmente, no se le dio mucho.

Francisco, no se conformó con ser sólo Agrónomo sino que también se graduó de Doctor y Licenciado en Leyes. Lo he visto amenizar con su guitarra y sus chistes algunos cafés de la ciudad.

Mi amiga tiene tres hijos y no es capaz de sacar un diente aunque este sea de leche. Parece que su marido no la deja trabajar. Y yo…

Bueno, yo tuve que agarrar la primera chamba que se cruzó por mi camino. Soy taxista, pero no un taxista cualquiera. Soy un taxista preparado…


Comentarios: el.sabroso.21@hotmail.com


Debate Republicano.

Por: Anselmo Bautista López.

La única persona cuerda con toda la sagacidad y casi imperceptible ironía durante el Debate Republicano fue Jorge Majfud desde su observatorio. Hombres como él perciben de inmediato la inútil transmisión de un debate como el que presentó Univisión, pero sobre todo de la escaza inteligencia cubana radicada en Miami. Cierto es que existe probreza en Cuba, pero no es culpa de Fidel. También es cierto que tiene el mejor sistema de salud y educación.

Aunque yo no soy partidario del comunismo tampoco lo soy de las ideas neoliberales. Soy más bien partidario del razonamiento y canalización de la energía a beneficio propio y del prójimo. Y mi pensamiento me dice que Sócrates se vomitaría ante una idea democrática moderna como la que tiene Estados Unidos.

Los cubanos radicados en Estados Unidos han sido infectados por el consumismo de "cesos". Carecen de memoria histórica y sólo recuerdan lo mal comidos que estuvieron en Cuba. No quieren reconocer que si su tierra natal está como está es debido al embargo económico al que lo ha sometido Estados Unidos y a la poca apertura comercial que otros países le han negado, como México, con el cual sólo existe un intercambio de cultura durante el carnaval veracruzano.

Si los cubanos miamescos hubiésen escuchado a Paul, en lugar de abuchearlo, quien apeló por el diálogo, tal vez hubiésen visto la posibilidad futura de viajar a Cuba, ver a sus familiares y apoyarlos económicamente, en lugar de esperar a que se arriesguen cruzar en balsa y ahogarse.

Es probable que el efecto invernadero que está sufriendo el planeta les haya afectado las neuronas, de tal suerte que por libertad han entendido lo mismo que la Casa Blanca, en el sentido de hacer la guerra a quien le caiga gordo.

Dejo en Paz a los cubanos miamescos. Nosotros los mexicanos tenemos nuestros propios problemas.

Casi igual que Jorge Majfud, yo tampoco supe de qué se trató el debate y ni siquiera a quién iba dirigido. Y yo que pensaba que solo en México la política era insustancial.

Lo que sí me causó espasmo y casi me da un infarto es la frase casi mesiánica de Romney:

"Somos la esperanza del mundo..."
"... Los hispanos son valientes y son libres."

¿Será él el nuevo mesías o hizo una invitación a enlistarnos en la Army?

Chale.


LUCHA DE PODERES: CONGRESO VS MEDIOS DE COMUNICACIÓN.


Por: Anselmo Bautista López.





Nunca se había visto que el Congreso se siente a la mesa a escuchar comisiones de ningún tipo ( y mucho menos con comisiones del pueblo ) para escuchar sugerencias o propuestas para diseñar leyes a la medida de las necesidades del pueblo de México.

Se ha agregado un impuesto a los depósitos bancarios que rebasen los 25 mil pesos. Otro impuesto a la gasolina con un aumento de 2 centavos por mes durante año y medio.

Yo como ciudadano mexicano y como millones más, no estamos de acuerdo en ello, y nunca escuché que se hiciera algún sondeo para tal efecto.

Como todos sabemos, el Poder Legislativo diseña leyes sin escuchar al pueblo. ¿Por qué ahora habría de escuchar a los medios de comunicación que pegaron de brincos ante una nueva ley que veta los spots políticos insustanciales?

Por que los medios de comunicación son el cuarto poder. ¡Bravo! A esto le llamo aplicar los principios de la democracia y qué bueno que los senadores se han dignado escuchar a la industria de la radio y televisión.

Pero qué pronto sobrevino la desilusión. A las televisoras les preocupa mucho el raiting que tienen por ejemplo sus taranovelas y programas de entretenimiento como La Oreja, La Escuelita de Jorge y Ventaneando, argumentando que si al pueblo no le interesa la Hora Nacional mucho menos esos spots que el senado intenta colar durante 3 minutos a cada hora de tiempo aire durante las jornadas electorales.

Sustancialmente qué se puede ofrecer en tres minutos, dijo el vocero de TV Azteca.

Yo digo que mucho en comparación con lo que ellos ofrecen en 24 horas.

Los medios de comunicación se quejan de que los tres minutos son una confiscación, un fuerte golpe histórico a la democracia del país y un atentado a la libertad de expresión.

Lo que ellos, en el fondo pelean, es que ya no ingresarán a sus bolsas esos millones de pesos que cobraban por publicidad política basura.

Pronto se callaron la boca y se les enroscaron los pelos cuando el senador perredista les recordó que ellos son concesionarios y no propietarios de las líneas de comunicación y que en este país hay un duopolio de televisión, pero que pronto atenderán eso.

Lo que a todas luces dio a entender es que si el pueblo es el dueño de las líneas de comunicación y ellos sus representantes… Aunque le doy toda la razón al senador perredista, lo cierto es que sus palabras me sonaron a Chavismo.

Lo que el Congreso pretende es evitar que los partidos políticos puedan pagar spots y decir lo que a su regalada gana convenga; veta esos Spots a los que nos han acostumbrado. Ahora será a través del IFE, el cual será regulador y podrá autorizar o negar que el spot salga al aire de acuerdo a criterios de contenido.

Esto, ciertamente, me parece grave si tomamos en cuenta que el mismo congreso destituyó al consejero del IFE para poner a otro que se amolde más a sus intereses. Esto significa que el nuevo consejero podrá vetar aquellos spots que no entren dentro de la línea de los tres partidos políticos más fuertes.

En efecto, los partidos políticos menores se verán afectados y maniatados para poder crecer como tales.

Otra preocupación mía es que si los tres partidos más fuertes van a controlar al IFE, que es la máxima autoridad autónoma para salvaguardar el voto del ciudadano, olvidémonos entonces de lograr algún día elecciones transparentes.

Otra preocupación mía es que ahora estoy viendo a un grupo del Congreso que se está elevando de tal forma que por sus "bolillos" pueden manipular los textos de Nuestra Carta Magna, ya no sin consultar al pueblo, sino que hizo a un lado a los mismos senadores como el Partido Verde Ecologista y Convergencia.

Si bien es cierto que con esta medida el pueblo deja de gastar en spots publicitario políticos, también lo es que el Congreso jamás respondió a la pregunta de qué harán con ese dinero que dejarán de pagar a los medios de comunicación por propaganda y publicidad.

Para terminar, yo no veo aquí más que el levantamiento de un pequeño grupo de hombres que no solo quieren controlar a los partidos políticos que puedan rivalizar con ellos, que quieren ahorrarse unos millones de pesos para llevárselos a sus casas, porque no obstante, van a implementar dos impuestos más aplicables a la gasolina y a depósitos bancarios ahorcando la tripa del mexicano en general. Al subir la gasolina suben los precios de insumos, transporte, etc.

Un grupo que quiere favorecer a PEMEX, condonándole millones de pesos en impuestos. En este punto me parece ver la mano de Bush.

Mañana nos veremos pagando impuesto por tomar agua y respirar.

Si fuera clarividente diría que en México, dentro de poco, muchos morirán de hambre, sino es que ya han comenzado los síntomas. Ya no pensemos en las consecuencias del hambre, todos las sabemos.

Se los dejo de tarea.


Comentarios: el.sabroso.21@hotmail.com
OTRA DEL 11 DE SEPTIEMBRE.

Por: Anselmo Bautista.
Desde Nuevo Laredo, Mx.


Nos acercamos nuevamente al 11 de septiembre, Aniversario de la extraña caída de las Torres Gemelas. Nuevamente veremos por televisión alguna reseña de ese trágico día.

Cuando los edificios se desplomaron, yo me encontraba en Missouri. Al igual que todos me quedé con los ojos cuadrados viendo cómo se desplomaban verticalmente las torres y pensé con tristeza e impotencia en todas las personas que dentro se encontraban. Pero también fue motivo de contemplación ante la perfección con que las torres se desplomaron. No cayeron inclinadas. Literalmente el último piso quedó encima del primero. Ni una estructura firme quedó para la posteridad (de inmediato fueron desplazadas como fierro viejo a China para desaparecer cualquier evidencia de uso de explosivos).
Yo no me trago el cuento de que fue un ataque terrorista y si lo fue, entonces fue un acto de terrorismo de los norteamericanos para los norteamericanos. Hasta dudo que Bin Laden haya tenido algo que ver. Me bastó con ver y me basta con recordar la forma tan perfecta en que cayeron las Torres Gemelas.

El impacto de un avión no era suficiente para que se derrumbaran (estaban hechas para soportarlo) y si lo fue, no era para que cayeran como acordeón, exactamente como si toda su estructura hubiera sido preparada para ser detonada y así evitar daños a los edificios colindantes.

Es extraño que no exista un video sobre el ataque al pentágono. El impacto no pudo haber sido por un avión, como se dijo. Un artefacto tal, antes de caer, debió haber echo daños a instalaciones eléctricas de la ciudad debido a que tuvo que volar demasiado bajo, tan bajo que un piloto de cualquier aerolínea no hubiera sido capaz y mucho menos un terrorista de apenas unos meses de instrucción: sino un militar.

No pretendo ser perito ni dar conclusiones técnicas. Son conclusiones que mi razonamiento me permite esbozar sin ayuda de ninguna ciencia.

Son suposiciones mías que a lo mejor son tan verdaderas como que Bush hijo es Presidente de Estados Unidos y que pertenece a la secta secreta de Skull and Bones, y miembro del Council on Foreign Relations (CFR), que es un grupo formado, entro otros, por los Rockefeller y Rothschild, y cuya misión es adueñarse de todas los puntos de comercio estratégicos para controlar el mundo, a saber: el petróleo, las universidades (Yale, Harvard, Oxford), los canales de comunicación más importantes (noticieros y periodismo), incluso se ha apoderado de intelectuales escritores.

¿Sabía usted que en su tiempo el Clan Bush tenía amistad y tratos comerciales con Hitler, a quien equipó de armas hasta los dientes lo mismo que hizo con Sadam Hussein? ¿Y que con la familia Bin Laden, fueron socios para extraer petróleo en Texas?

En fin, el 11 de septiembre del 2001 fue un día trágico para las familias de los desaparecidos entre los escombros. Pero también el 11 de septiembre es un día que nos debe recordar las ideas de Maquiavelo encarnadas en el cerebro de Bush a quien no le importa sepultar a su propia gente entre escombros con tal de justificar una guerra en aras de apoderarse del petróleo de la “vecindad”. A Bush que no le importa siquiera matar a quien fuera uno de sus mejores compradores de armas: Sadam Hussein.

Bin Laden, socio comercial y amigo, es solo el pretexto para mantener al ejército de Estados Unidos en Irak y lo mantendrá vivo hasta que a sus fines convenga.

Ahora hay que estar pendientes con lo que Bush haga con Corea del Norte y quizás China. Seguramente maquinará otra de sus artimañas para bombardearlos.

Total que, “el fin justifica los medios”.

Y aquí les dejo una frase célebre.

No soy del todo inútil…
Por lo menos sirvo de mal
ejemplo.
Jorge Bush-ido.



Y si es usted escritor y quiere vender su libro, aquí le muestro una Nueva Modalidad para hacerlo, sólo tiene que seguir estrictamente las siguientes reglas:

1. Titularlo: “Cómo hacer megamillones en Rusia”.
2. Cubrir la portada con 600 diamantes.
3. Y esperar a que los camaradas rusos que salieron de la debacle de la igualitaria URSS con algunos millones que los demás, se interesen.

Como es obvio, el libro será tan inútil como un manual de panadería para un repostero. Así lo hizo la “escritora” inglesa Shashoua, con su libro “Bailando con el oso”, una “joya” de la literatura inglesa, y no precisamente porque esté a la altura de Oscar Wilde o Shakespeare, sino porque posee precisamente 600 incrustaciones de diamantes en la cubierta y sólo se fabrica sobre pedido. ¡Su libro enseña a un millonario hacerse millonario!

Tal vez usted quiera enseñar a un escritor convertirse en escritor incrustando en la portada una pluma Shiffer o Montblanc. Podría resultar. ¡Suerte!


Comentarios: el.sabroso.21@hotmail.com









LOS LIBROS.

Por: Anselmo Bautista López.



Ningún libro es malo si no lo es el lector. Definitivamente existen libros que no son muy de nuestro agrado. Pero ningún buen lector dejará de leerlo. Bien sabe que de las opiniones contrarias se refuerzan las propias.

La gracia de la lectura no sólo se haya en aquellos texto que nos agradan sino también radica en saborear distintas opiniones. De hecho el crecimiento intelectual sobreviene de las opiniones contrarias o desconocidas. Cuando se haya una opinión opuesta, nuestro cerebro funciona más rápidamente buscando la objeción y al buscarla lo que hacemos es hallar una respuesta. De esta manera es como hacemos funcionar todo nuestro engranaje cerebral. Desde luego que, al final, podemos darle credibilidad a la opinión opuesta y adoptarla o de lo contrario reforzamos la ya existente en nuestra conciencia.
A esto se llama formulación de alegatos en donde cada quién da su opinión y sus razones.

Leer un libro es, entonces, charlar con el autor como si éste fuera un amigo. Ya sea que el autor nos cuente una historia fantástica, nos plantee un problema, nos ilustre sobre alguna técnica o descubrimiento, nos narre la historia de nuestro pueblo o país, nos sensibilice con sus poesías, nos aumente nuestro acervo cultural o sencillamente nos entretenga.

No hablo de escritores buenos o escritores malos. Hablo de lectores buenos y lectores malos. Los malos lectores son aquellos que ven la portada, leen el título y creen ya saber lo que se dice en sus páginas y para confirmarlo le echan una ojeada al índice para luego dejarlo.

El lector bueno, observa la portada y de inmediato lee la sinopsis de la contraportada. No escudriña más. Eso es suficiente para comprarlo o elegir otro. Jamás abre el libro por la mitad ni lee una de sus líneas interiores. Sabe que el libro se vende y que, además, obrar así sería un insulto al esfuerzo intelectual del escritor. Un esfuerzo que él comprende muy bien y que admira. Sabe o intuye que no cualquiera puede escribir un libro, que se requiere mucha paciencia y mucha concentración, cientos de horas de aislamiento, pensando, formulando frases, reordenando textos, leyendo una y otra vez sus notas, detectando errores, corrigiendo, atrapando ideas, definiendo, trazando a sus personajes. En fin, lo sabe, porque él mismo lo ha intentado.

Para los malos lectores, los libros ocupan espacio y estorban; los rayan, anotan el teléfono de alguna chica; desgarran sus hojas, terminan en algún rincón olvidados o de plano en la basura. Ni siquiera pasa por sus mentes donarlos a alguna biblioteca escolar.

Pero el peor de los lectores es aquél que se convierte en tirano del libro, el que acecha el momento oportuno para quemarlos en nombre de la patria o creencias.

Un buen lector ateo, por ejemplo, leerá la Biblia en algún momento de su vida a pesar de no creer en Dios. Un buen lector religioso no dejará pasar los libros de Nietzsché. Pues doy por hecho que ambos, como buenos lectores, darán lectura positiva aunque sea para sí mismos.

Si alguna vez compra o le regalan un libro, léalo y, si éste no es digno de conservarlo en su casa, entonces, dónelo. Siempre habrá alguien que lo apreciará así como usted conserva sus libros predilectos.

¿Recuerda si alguna vez su hijo de primaria le pidió comprarle un libro? Si no lo hizo o no lo ha hecho este es un buen síntoma de que usted no sólo es un mal lector sino uno de los pésimos lectores. Y no culpe al trabajo ni a la falta de tiempo o al cansancio. No se convierta en tirano del libro ni haga que su hijo los repudie.

Si su hijo de primaria, secundaria o de plano su hijo adulto no gusta por la lectura a pesar de que usted se esforzó por darle “educación”, es porque jamás lo vio a usted entregado a un libro. ¿Cómo espera que su hijo haga la tarea si no es a regañadientes? ¿Y si a esto le aunamos la existencia de maestros que convierten los libros en “el coco”?

Los libros nos dan conocimiento, expanden nuestra imaginación y despiertan nuestra curiosidad. Estos tres son la fuente de la creatividad, y la creatividad es el principio de la innovación y el invento, elementos de los cuales no debemos privar al niño.

Un niño y cualquier persona, entre más culto más ambicioso. No hablo de la ambición del beneficio rápido ni la ambición del mediocre o la del envidioso. No hablo ni siquiera de la ambición al dinero. Un hombre culto jamás piensa en ganarse la lotería ni el reconocimiento. Un hombre culto piensa en innovar, en perfeccionar lo que hace y hacer algo nuevo con todo lo que sabe en beneficio de él y para los demás. Hacerse de las cosas ajenas jamás pasa por su mente. Un hombre culto no pretende convencer ni siquiera tener la razón. Es crítico y analiza las cosas. Jamás se le verá de intrigoso ni chismoso.

Los que no valoran los libros ni siquiera para sus hijos siempre será más barato el cartón de cerveza. ¿Cómo poder canalizar la energía y la educación de nuestros hijos a falta del conocimiento que nos dan los libros? ¿Cree usted que el hombre haya podido llegar hasta aquí sin los libros que registran los conocimientos matemáticos, los descubrimientos de la Física, etc., que otros hombres escribieron? ¿Usted hubiese conocido la Biblia si ésta no hubiese sido escrita? ¿Cree que los descubrimientos sobre el Gen Humano se están dando sin la ayuda de libros, sin ningún apunte anterior? ¿O cree usted que el medicamento que está tomando para contrarrestar su enfermedad se dio de la nada, es decir, sin ningún conocimiento previo?

Reflexione. Mucho o poco de lo que usted sabe hoy proviene de hombres cuyos conocimientos dejaron impresos en libros. ¿A caso Dios no escribió en piedra los Diez Mandamientos para que usted los conociera?

No sea un tirano del libro. Compre por lo menos uno al año y si no está acostumbrado a la lectura porque le da sueño y flojera leer, entonces dónelo a alguna biblioteca escolar. Créame que habrá alguien en el anonimato que se lo agradecerá eternamente, menos su hijo.


Atentamente.

El Libro.


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X-MEX


Por: Por Anselmo Bautista López


Cuántas veces no hemos sido objeto del aberrante muro burocrático, del mal servicio que prestan los monopolios como Telmex, Comisión Federal de Electricidad, o simplemente haber recibido la apatía de los maestros o director de la escuela de su hijo. Pésimo ejercicio de sus funciones.


¿Y cuando los vemos en las calles haciendo protestas con sus carteles levantados? Oh, Dios Santo, de la noche a la mañana se han convertido en víctimas de un sueldo denigrante demandando un incremento de emergencia a los salarios mínimos porque los precios han subido y exigiendo se reduzca el sueldo a los funcionarios públicos que los ofende hasta llegar al mínimo de 51 pesos en repudio a la política económica y social que el gobierno estatal o federal aplica.


¿Pero qué tal cual se trata de atender alguna queja de un consumidor? ¿Qué respuesta le da? ¿Qué hace para respetarle y defenderle sus derechos como consumidor de tales servicios? ¿Cuál es su actitud para resolverle su problema?


Por doquier vemos apatía e indisposición para solucionar problemas. Es como si al empleado se le pagara para hacerle la vida de cuadritos al consumidor. Y es que tenemos una Procuraduría del Consumidor que sirve para dos cosas: Para consumir un gasto público y estorbar.


Los consumidores en México somos los más desprotegidos en toda América Latina, que sólo podemos aspirar a una mala e hiélica conciliación, pues la Profeco y otros órganos de defensa niegan la justicia eficaz, pronta y expedita, como si los consumidores y su satisfacción del servicio no fuera algo importante.


Para Telmex y CFE, poco importa que el consumidor se encuentre satisfecho, si alguna queja tiene entonces deberá tragársela y si no quiere pagar, pues se le corta el servicio y punto. No pasa nada.


Si la PROFECO hiciera su verdadero trabajo, así como cualquier otro órgano creado para la defensa de los derechos de los ciudadanos, no tendríamos gasolineras con muy bajo octanaje y tampoco defraudarían con los litros de la misma forma que en las gaseras, tampoco se redondearía a minutos las llamadas por celular. Tampoco tendríamos directores de primarias vendiendo las inscripciones días antes de que éstas se abran.


Pero como los sueldos son tan raquíticos que llegan a insultar la dignidad sobre todo la de los servidores públicos, tanto que éstos se permiten algunos privilegios para nivelar el sueldo que se “merecen”. Así es como vemos a Agentes de Tránsito acechando en las esquinas, a policías levantando indefensos civiles, catedráticos prostituyendo su profesion canjeando un 8 de calificación por una botella de whisky; la balanza de la justicia inclinándose hacia donde pese más billete.


Actitudes tales hace que México produzca gente frustrada y malhabida, llevando al profesionista, aquel joven que se quemó las pestañas por sacar un carrera, a toparse como el mundo real de la desilución y desesperanza y a caso empujarlo a la delincuencia, porque se ha dado cuenta que su profesión no le dará mucho de qué comer, porque habrá que ocuparse en cualquier otra cosa antes de que la hambruna lo mate.


Tal es el caso de Marcos que por pura curiosidad leyó el periódico antes de ir al trabajo. Los legisladores están atareados por legalizar el aborto y la eutanasia; ya van más de 50 ejecutados en lo que va del año; la instalación del colector pluvial ya lleva seis meses y COMAPA no hace nada por tapar el hoyo que va creciendo; el Instituto de Acceso a la Información (IFAI) es un mito al derecho a la información y un órgano encubridor; Fox es acusado por debilitar el Estado de Derecho; los imperios monopólicos evaden impuestos federales a pesar de que gozan de privilegios fiscales.


Mientras Marcos vivió en el limbo de los sueño allá en la Universidad, ahora se da cuenta que el flamante BMW se ha convertido en un Datsun 76 que no solo quema más gasolina de la que debería sino que en la gasolinera no le vaciaron los litros que ha pagado; más adelante tránsito le pega una mordida porque su placa trasera va colgando a cambio de no enviar su último modelo al corralón; toma su celular para avisar que llegará tarde a la chamba y se da cuenta que el pinche aparato recibe una señal de radio sin antena y para colmo ya le comió el crédito. Llega preocupado al trabajo a recibir el regaño por su tardanza. Se instala y agarra al primer “amigo”; le pide un préstamo para pagar el recibo de luz que ya se le venció porque sus dolientes 2500 pesos mensuales sirvieron para nada. Es el colmo, el cliente no para de reclamarle. Él lleva prisa y tiene cosas más importantes qué hacer y no tiene su tiempo. No encuentra el modo de despacharlo lo más pronto posible. Su paciencia está llegando al límite. No debe explotar. Lo caniliza con su jefe inmediato para que solucione el problema que no está en sus manos resolver. El jefe lo llama incompetente, el cliente es primero, le dice. Se ha ganado un punto en contra. Ahora tendrá que lidiar con la incompetencia y desgana del jefe que le va a responsabilizar de cualquier resultado desfavorable, porque a pesar de que el cliente es primero, él no tuvo las agallas para enfrentarse a un consumidor indignado o las ganas para atenderlo personalmente. Marcos no le resuelva el problema y el cliente se va más encabronado que indignado. No va a la Profeco, para qué perder más tiempo.


Marcos le piensa. Ya no habrá que defenderse de la grilla de sus compañeros sino también la de su jefe inmediato. Ya no pedirá el aumento que tenía pensado, seguro se lo negarán por incompetente y a caso lo pondrán a limpiar pisos.


La esperanza familiar de una licenciatura se fue por el caño. Mejor hubiera puesto una tiendita que invertir en 4 años de universidad sin ninguna productividad. Se une al mitin para reclamar un aumento emergente al salario y contra el alza de los precios.


Se da cuenta que el Estado, la sociedad y las aulas universitarias lo han engañado, porque le dijeron desde pequeño que si estudiaba y se hacía profesional tenía garantizado no sólo el acceso inmediato al mercado laboral sino un envidiable sueldo que le cumpliría sus sueños infantiles. Sueños que bien puede borrar el fin de semana con los amigos echándose unas chelas o en los brazos de su sensual y deseada novia que ya está chocada de la relación porque no la saca ni siquiera a dar la vuelta por los pasillos de Chedraui. ¿Y de dónde mi reina? ¿Mejor véngase p’aca y déjese querer, qué no?


Rebusca la manera de sacar clandestina e ilegalmente algo de su centro de trabajo que le nivele su sueldo o le de un poquito para más frijolitos porque los que hubo en casa no alcanzaron. Se convierte en hormiga. Lo cachan, el soplón ha abierto la boca. Renuncia o cárcel. Mejor desempleado.


Piensa. Busca un modo de solucionar su problema económico que su título le está negando resolver.


Encuentra dos opciones:


La primera, entrarle al narcomenudeo que su cuate el pelos parados le propuso o de plano a lo grande. Recuerda la montaña de billetes verdes que salió en las noticias de un tal chinito que quien sabe dónde andará, quién sabe cuánto fue y quién sabe a dónde fue a parar. Pero lo sospecha.


Pero Marcos tiene un corazón noble y opta por su segunda opción: mandar todo a volar, incluyendo a la exigente novia que ya trae en su viente a un Marquitos e irse de mojado a los Estados Unidos, ganar billetes verdes y regresar con una flamante troka roja o de plano quedarse allá y legalizarse, porque ha terminado por convencerse de que la vida en México es una mierda.







Neoliberalismo y desigualdad.

Por; Anselmo Bautista Lopez.


Si la democracia en la política es aún imperfecta, la democracia en lo económico y social es de las más grandes aberraciones de nuestra sociedad.

Es reconocido que la educación es el mayor problema que se debe afrontar en la sociedad. Sin embargo, cualquier comentario al respecto deja un hito de resignación. Los intelectuales y analistas que han escrito sobre el tema empiezan por la democracia y las prácticas políticas. No obstante, poco se podrá hacer mientras el control de la educación esté en manos de la mafia sindical.

La educación deficiente es una de las semillas de la desigualdad, que va al parejo de la reducción permanente y consistente de los salarios e ingresos de más del 60% de los habitantes de nuestra unión, de los cuales 30 millones de personas están en condición de pobreza extrema y cuya cifra va en aumento.

Uno de los efectos de la aplicación del aparato conceptual neoliberal en la sociedad es la profundización de la desigualdad. Esto ha ocurrido en Estados Unidos, en Inglaterra, así como otras naciones en las que se han aplicado las nuevas reglas en las que el mercado es quien manda.
En algunos casos la aplicación ha sido poco ortodoxa y se han cometido algunas irregularidades respecto a lo que señalan las normas básicas. La mayor paradoja es que en la mayoría de los casos se recurrió a acciones autoritarias de Estado para deshacerse lo que se había construido como propósito social, conducido por un gobierno fuerte y que procuraba el bienestar y la reducción de las diferencias en los ingresos de las familias.

En su momento se argumentó que dejar la asignación de recursos a las fuerzas del mercado llevaría a un mejor reparto de recursos y la empresa sustituiría fácilmente en la creación de empleos a las instituciones y empresas estatales.

En treinta años en ninguna economía que aplicó las medidas neoliberales, nunca se ha logrado una mejor distribución de riqueza, en cambio ha favorecido más el ejercicio monopólico y la concentración de recursos en los grandes corporativos, que son empresas que operan su monopolio a escala global, el fenómenos se hace aún más agudo en las empresas financieras que prestan servicios bancarios, de crédito, de seguros, de factoraje, de manejo de mercado de valores y de cambios, entre otros. Esta conducta se traslada fácilmente a otros sectores de la economía.

Las medidas aplicadas han mantenido en rezago y reducción real los salarios de los estratos más bajos de la población; mientras que en el grupo privilegiado sus ingresos se han incrementado en forma acelerada y desmesurada y por tanto han logrado mayor tamaño.

Como ejemplo, en las naciones de primer mundo la brecha entre los ingresos de la quinta parte de la gente más rica, contra la misma proporción de los más pobres era en 1960, 30 veces más grande, en 1990 subió esta proporción a 60 veces y en 1997 fue de 74 veces, hoy se calcula que sea al menos de 95 veces.

Mientras que en los países en desarrollo como México, la quinta parte de la población más rica recibe una proporción de ingresos de 125 veces mayor que los de las familias de la quinta parte más pobre. De acuerdo a una nota de “El Sol de México” del día 2 de Enero de este año, el salario mínimo en México tuvo un nivel máximo en 1976, al ubicarse en 53.5 pesos diarios calculados a precios de 1994, para el año 2007 estas percepciones equivalen a 11.1 pesos diarios con la misma base de cálculo.

Si a esto le aunamos el comparativo de que el salario mínimo en Estados Unidos es de 5.5 dólares la hora, equivalente a 60 pesos, y que el galón de gasolina cuesta menos de 3 dólares, significa que pagamos el mismo producto como si fuéramos un país de primer mundo y ganamos un salario ni siquiera de un mundo en vías de desarrollo.

Este es el reto mayor de cualquier gobierno que promete más y mejores empleos. ¿Cómo lograr que la población esté en el marco del mercado con una mejor condición de vida si cada vez que recibe su salario es porque ya puede comprar menos? Es de urgencia vital subsanar este problema social. De lo contrario el mercado informal, la mala calidad de la educación, el subempleo, el apoderamiento de las calles por los franeleros, la delincuencia y sus formas más sofisticadas se incrementarán.


Comentarios: el.sabroso.21@hotmail.com



El Presidente del Empleo.

Por: Anselmo Bautista López.


Para comunicarse con la gente, el presidente Felipe Calderón aún no haya un estilo y parece que ni siquiera esté buscando uno. No obstante, en su parte retórica me recuerda mucho a Carlos Salinas de Gortari, tanto en su período como candidato así como presidente.

En los días previos al primer aniversario de su gestión, durante su discurso del primero de diciembre y en los días posteriores, se le armó una burda campaña de entrevistas en medios electrónicos por sus estrategas de comunicación en la que se empeñó decir al país que no podíamos estar mejor, soslayando sus pobres resultados administrativos.

Al igual que Salinas, ha empleado de forma ostensible un discurso en el que la autocrítica está ausente. Ni siquiera un “vamos bien pero tenemos que redoblar el esfuerzo” de las fórmulas retóricas priistas.

No, Calderón a un año de su gobierno nos ha estado enviando a fuerza de entrevistas en radio y televisión y de un insultante bombardeo de spots durante todo el día, de la Presidencia y de las Secretarías de Estado, el mensaje de que “estamos mejor que nunca, qué bien se están haciendo las cosas, cómo trabaja el gobierno marchando como relojito, uff, por el bienestar de los mexicanos”.

Vamos, el mensaje recurrente y tácito que ha sido y sigue siendo, es: “Mi gobierno es el mejor”.

Nos quiere convencer reiteradamente de una realidad que no existe. Abusa de las justificaciones, de la reducción y simplificación de los problemas, las verdades a medias, las comparaciones, las descontextualizaciones, los lugares comunes, las minimizaciones, la falta de autocrítica y el echar mano de toda suerte de recursos retóricos que en su momento empleó Salinas...

Bueno, las metáforas no le salen muy bien a Calderón tanto como las usó a tope Salinas. Calderón, al igual que sus antecesores, ofende nuestra inteligencia, nos falta al respeto, nos toma el pelo.

A través del discurso nos tiende una cortina de humo respecto a dos de los principales temas nacionales: la lucha contra el narcotráfico y el empleo.

A estas alturas nos queda claro que con toda la espectacularidad del despliegue militar la lucha contra el narcotráfico es inútil. Calderón apenas se viene dando cuenta de qué tamaño es el animal y de sus posibilidades reales de atacarlo.

Sin duda los esfuerzos son evidentes y no podemos escamotear los avances. Pero si algo es notorio es que Calderón apenas va reconociendo al enemigo, a ese al que le declaró la guerra, al cual, admite apenas, también lo ha visto metido en casa, o sea, dentro de su administración.

En el caso del empleo, si no tiene perdón. Nadie esperaba que un gobernante en política mexicana reconociera un fracaso en un tema social y económico tan sensible, sobre todo que cuando fue candidato en campaña su aspiración era la de ser un presidente del empleo.

Qué bueno que haya más trabajadores afiliados al IMSS, pero es ofensivo vanagloriarse de un logro que no es cuando el número de desempleados es mayor que cuando asumió la presidencia; los empleos eventuales es mayor que los permanentes; ha crecido el número de puestos de trabajo sin contrato ni prestaciones; ha aumentado el empleo doméstico; la informalidad aumenta; cada vez hay más puestos mal pagados, inseguros y precarios.

Por lo menos y sin meter las manos al fuego por él, Vicente Fox lo reconocía. Pero Calderón, imposible.

Y por si eso no fuera suficiente, el Congreso ha instituidos nuevos impuestos.

En fin, que el saldo del primer año de la “presidencia del empleo” es: México sigue a pique.

Comentarios: el.sabroso.21@hotmail.com



La Culpa la Tiene Borges.
Por: Anselmo Bautista López.
Si piensa usted que escribir un libro es cosa sencilla, lo invito a intentarlo…

Cuando me propuse escribir una historia verdaderamente significativa y grandiosa, tomé papel y lápiz con tanto entusiasmo que el primer problema que hallé fue cómo iniciarla. No se extrañe si me pasé todo el día mirando la hoja en blanco sin anotar una sola idea.

Tomé mis libros para expandir mi imaginación y dar nitidez a la historia que deseaba salir con ahínco de mi cerebro. Cada lectura me sugería una idea y un estilo… y a escribir como loco se ha dicho.

Llevaba ya algunas páginas que al revisarlas detecté pequeños y frecuentes inconvenientes:
1. La historia no tenía ni pies ni cabeza.
2. Algunos párrafos no decían lo que yo realmente quería decir.
3. Había por lo menos una infinidad de incongruencias.
4. Errores ortográficos y de redacción espantosos.
5. Mis modernos personajes parecían más bien simiescos.
6. La historia, en definitiva, no era más que una verde flema.
¡Gozaba yo de una total incapacidad para escribir! Este fue mi descubrimiento.
Dejé de leer, dejé de escribir. Guardé silencio, sin pensar. No sé qué tiempo permanecí así, mirando el papel en blanco con el lápiz en la mano. Tal vez una semana. ¡Qué sé yo! De pronto, como un destello, apareció con mucha fuerza pujante la respuesta al cómo empezar, al cómo mantener viva la historia, al cómo terminarla. Pude ver, entonces, cientos de hojas escritas.
No dejé de escribir, revisar, analizar, depurar mi tan deseada novela hasta que puse punto final. Pegué un salto de alegría, orgulloso de mi obra, de mi gran obra. Frente a mí, había 450 páginas tamaño carta. Ni una palabra, ni un signo de puntuación hacían más falta. Había quedado perfecto… impecable.

Fue un trabajo que me gastó meses de esfuerzo mental y físico. Horas enteras, días y noches, con dolores de espalda y punzadas en la mano que escribía, desorden en mis alimentos, desorden en mis descansos, incomunicado con el exterior. Fumando, fumando…

Jubiloso salí al aire fresco. Di un largo paseo con una sonrisa de triunfo, saboreando de antemano la satisfacción de ver publicado mi libro e imaginando a todo el mundo leer mis letras en las cafeterías, en sus casas, en el jardín. Recibiendo comentarios y felicitaciones porque mi obra no era algo que pudiera dejar de leerse. Y sí, quizá un premio Nóbel de Literatura no estaría mal. Ya de perdis, el libro más vendido.

Con estas ilusiones entré a una librería para imaginarme cómo se vería la portada de mi libro sobresaliendo del resto y casi con desdén compré uno cualquiera sin fijarme en su título ni autor. ¿Para qué, si ahí estaba el mejor de todos? El mío, por supuesto.

Mas tarde descargué mi euforia confesando a mi más cercano amigo haber escrito un libro. Le expuse orgullosamente una reseña. "Habrá que leerlo", me dijo sin interés. Fue un golpe duro en mi cara.

Regresé a casa por la noche. Con desánimo saqué el libro que había comprado. Lo hojee con flojera. Miré la portada y leí el nombre del autor: Jorge Luis Borges.

Verdaderamente que su nombre no me decía nada. Me fui de inmediato al índice. Entre los títulos, por cierto, medio raros, elegí uno: "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius"

La primera oración del cuento comienza así: "Debo a la conjunción de un espejo y de una enciclopedia el descubrimiento de Uqbar".

Es consabido que cuando leemos las primeras líneas se reacciona sabiamente de dos maneras: continuar la lectura embelesado hasta el punto final, o bien, tirar el libro en algún rincón. En mi caso, seguí leyendo:

"...los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres."
Consumí el cuento como si alguien me obligara hacerlo, yendo de sorpresa en sorpresa. Con seguridad, creo que no lo entendí. Tiene un no sé qué de inflexibilidad lógica que me hizo pensar en un riguroso trabajo de investigación que se proponía demostrar sin tanta dificultad la existencia de un lugar desconocido llamado Uqbar.

Pasé a “El Jardín de Senderos que se Bifurcan”, el cual me dejó muy confundido por la manera de revelar el infinito y la eternidad.
Sin embargo, quedé más estupefacto con “La Biblioteca de Babel” que me arrastró por los pasillos de un extraño laberinto atestado de voluminosos libros escritos, quizá, bajo el intenso humo de marihuana.

Y, boquiabierto, con “Funes el Memorioso”, que con su larga metáfora del insomnio acabó por quitarme el sueño.

Esa noche no dormí. Repasé una y otra vez cada uno de los cuentos sin poder desprenderme de ellos. Los consideré un montón de mentiras, luego me quedó la duda, más adelante las creí, sobre todo la existencia de ese mundo desconocido de Uqbar –y aún sigo entre el sí y el no de su veracidad, a pesar de que estoy consciente de que se trata de un simple e ingenioso cuento.

Como escritor, no contuve la tentación de imitarlo, porque de pronto me resultó que sería sencillo, además, de evidente y superable. Cierto, Borges es obvio de imitar pero el esfuerzo es en vano. El problema radica en que uno no puede diferenciarse de él. Es como si su voz dictara y uno escribiera. Así de simple.

Borges me llena de imaginación pero también vacía mi mente. Me hace sentir inteligente y al mismo tiempo un torpe.

Yo no sé si toparme con él fue benéfico o dañino. Aún lo siento estirándome la oreja dictándome que una idea puede quedar perfectamente escrita en pocos minutos y que un libro de 450 páginas puede reducirse a unos cuántos párrafos.

Borges tiene la culpa de que mi orgullosa obra de 450 páginas haya terminado en la basura. Él tiene la culpa de que hasta ahora no haya podido escribir una sola línea sin que me sienta excitado y reprendido.








RefleXos.

Por: Anselmo Bautista López.


En la más trágica soledad, el hombre abrió la puerta del más allá. No iba al encuentro de nadie, no iba en busca de Dios. Deseaba, en todo caso, bailar un cha cha cha en el infierno y ser despedazado por los demonios antes que desear la quietud del Paraíso Divino. Nunca alimentó, respecto de simbolismos religiosos, la más mínima creencia durante su vida: Dios y el Diablo le fueron temas de entretenimiento de los cuales le bastaba abrir cualquier parte de los textos bíblicos para desenmascarar, decía él: “...la ficción ahí encerrada y escrita con sumo cuidado y delicadeza.”



La muerte, le parecía, era el fin de todo lo que pudiera ser. En un principio fue el muro contra el que chocara de continuo sin poder traspasarlo, regresando constantemente de sus excursiones intelectuales lleno de angustia y preocupación. Su vida —pensaba— debía prolongarse, ya en forma de un hijo, en forma de un libro, ya refugiándose en la representación de la Vida Eterna. Pero estas formas le parecían vacías, absurdas, distantes de todo razonamiento lógico que le atacaban de cuando en cuando como una necedad del pensamiento que, al final, lo entretenían para descansar un poco de aquellos que lo ejercitaban.

Llevaba largo tiempo luchando contra los latidos de su corazón. Nada despertaba su atención; todo lo que le rodeaba llenaba de hastío su ser. Todo se marchitaba, todo hería y hedía. Ya no había fango donde manchar sus ropas, ni agua cristalina donde enjugarse; tampoco pecados más qué cometer. Por ningún lado advertía signos de inteligencia; todo era moralina y un no se qué de fastidio imperecedero. Se había desengañado de todo aquello que la gente de su época defiende con mas ardor, a decir, la Esperanza, la Fe, el Amor como las virtudes no solo cristianas sino inherentemente humanas, y de todo lo que representa un espejismo, por consiguiente una falacia. Cayó en la convicción de que la educación cubierta con el manto de la moralidad causaba más daño que bien: “...confunde más que esclarecer las cosas, sobre todo en lo que concierne a la vida sexual...”, manifestó ante el atento auditorio en una de sus presentaciones literarias.
Definitivamente había roto con las costumbres mas enraizadas y con el pensamiento de la actualidad, sin poder evadir el contacto con la sociedad, sobre todo cuando éste era el objeto de su estudio.

“No soy hombre que lleve la contraria ni tengo gusto por ello, solo quiero ser recto con mi pensamiento”, respondió cuando se negó a reconocer la majestuosidad —así considerada— de una obra.
Cuando sentíase infectado por el populacho pasaba largos días en soledad en su casa de campo, completamente desconectado del mundo exterior.

Esta no era su época. Se había adelantado a nacer en una temporada en la cual no encajaba. Perfectamente se daba cuenta que se requería de otros miles de años para que la humanidad cambiara a nuevas vestimentas y otro tipo de calzado que no fueran, desde luego, túnica y sandalias.

Vivió dejando una nueva forma de vivir y de pensamiento y esto —tal vez fue a sí— lo alejó demasiado de los demás, allá, en las alturas donde las aves reconocen la dirección del viento.
Ahora, todo había concluido y era tiempo de detener la maquinaria de una vez y para siempre. No tenía cáncer, no estaba enfermo, ni había perdido en la bolsa de valores, ni siquiera un solo bien. Comprendía que:

“...abusar de una máquina que ha dado hasta su última capacidad requiere de un gasto mayor y una constante vigilancia en mantenimiento y eso es tan absurdo para la economía de la humanidad”.

Tomó papel y lápiz y así lo escribió. No tuvo la intención de provocar el sentimiento de lástima para los que alcanzaran a leerlo, sino de decirle al mundo entero cuándo se debe morir. También redactó una posdata en la que pedía amablemente no se le celebrara misa alguna de ningún tipo y que por supuesto en su sepulcro no se colocaran imágenes religiosas o simbolismos, ni habidas ni por haber.

Tomó el frasco con formol e ingirió todo su contenido. Un intenso dolor en su estómago lo dobló por un instante pero lo venció sin gesto alguno. Se recostó y colocó cuidadosamente sobre su pecho un engargolado con la inscripción: “Filosofía de los Sentimientos. Para los que no comprendieron mis obras”.

Se trataba de su pensamiento filosófico más profundo desarrollado a lo largo de sus años y del que no sabía ni el más cercano amigo.

Cuidaba del libro como un hijo pero también lo veía como un padre que le daba consejo, o lo trataba como al amigo con quien pasaba largas horas conversando y jugando ajedrez, no obstante de tratarse de su propia obra. Podría decirse, su mejor obra porque durante su longeva vida había publicado cinco novelas narrativas en las que astutamente introducía, a través de sus personajes, trozos de su filosofía. No obstante, su actor principal era poco comprendido dejando al lector un sabor desagradable y confusión. Esto le satisfacía saber porque así como eran poco comprendidos sus protagonistas también él había sido mal interpretado.

Esto no fue un obstáculo para que su literatura se vendiera como pan recién salido del horno y ser leídos desde los más distraídos lectores hasta los círculos intelectualmente más cultivados.

Cabría decir que ninguna esfera social lo desconocía: estudiantes, filósofos, poetas, políticos, teólogos, científicos, psicólogos, amas de casa y todo aquél que disfrutaba de la lectura solo por el gusto de leer.

Cinco obras marcaron su triunfo como escritor y filósofo pero aún estaba por darse a conocer lo mejor de él: “Filosofía de los Sentimientos” que vendría a darle en la posteridad la gloria y un lugar en la historia de la literatura.

No hay que dudar ni por un instante ver su biografía en las librerías y bibliotecas. Tal vez algún día se le llame: “El Apóstol de la Filosofía Trágica”.


















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