jueves, 24 de enero de 2008



Neoliberalismo y desigualdad.

Por; Anselmo Bautista Lopez.


Si la democracia en la política es aún imperfecta, la democracia en lo económico y social es de las más grandes aberraciones de nuestra sociedad.

Es reconocido que la educación es el mayor problema que se debe afrontar en la sociedad. Sin embargo, cualquier comentario al respecto deja un hito de resignación. Los intelectuales y analistas que han escrito sobre el tema empiezan por la democracia y las prácticas políticas. No obstante, poco se podrá hacer mientras el control de la educación esté en manos de la mafia sindical.

La educación deficiente es una de las semillas de la desigualdad, que va al parejo de la reducción permanente y consistente de los salarios e ingresos de más del 60% de los habitantes de nuestra unión, de los cuales 30 millones de personas están en condición de pobreza extrema y cuya cifra va en aumento.

Uno de los efectos de la aplicación del aparato conceptual neoliberal en la sociedad es la profundización de la desigualdad. Esto ha ocurrido en Estados Unidos, en Inglaterra, así como otras naciones en las que se han aplicado las nuevas reglas en las que el mercado es quien manda.
En algunos casos la aplicación ha sido poco ortodoxa y se han cometido algunas irregularidades respecto a lo que señalan las normas básicas. La mayor paradoja es que en la mayoría de los casos se recurrió a acciones autoritarias de Estado para deshacerse lo que se había construido como propósito social, conducido por un gobierno fuerte y que procuraba el bienestar y la reducción de las diferencias en los ingresos de las familias.

En su momento se argumentó que dejar la asignación de recursos a las fuerzas del mercado llevaría a un mejor reparto de recursos y la empresa sustituiría fácilmente en la creación de empleos a las instituciones y empresas estatales.

En treinta años en ninguna economía que aplicó las medidas neoliberales, nunca se ha logrado una mejor distribución de riqueza, en cambio ha favorecido más el ejercicio monopólico y la concentración de recursos en los grandes corporativos, que son empresas que operan su monopolio a escala global, el fenómenos se hace aún más agudo en las empresas financieras que prestan servicios bancarios, de crédito, de seguros, de factoraje, de manejo de mercado de valores y de cambios, entre otros. Esta conducta se traslada fácilmente a otros sectores de la economía.

Las medidas aplicadas han mantenido en rezago y reducción real los salarios de los estratos más bajos de la población; mientras que en el grupo privilegiado sus ingresos se han incrementado en forma acelerada y desmesurada y por tanto han logrado mayor tamaño.

Como ejemplo, en las naciones de primer mundo la brecha entre los ingresos de la quinta parte de la gente más rica, contra la misma proporción de los más pobres era en 1960, 30 veces más grande, en 1990 subió esta proporción a 60 veces y en 1997 fue de 74 veces, hoy se calcula que sea al menos de 95 veces.

Mientras que en los países en desarrollo como México, la quinta parte de la población más rica recibe una proporción de ingresos de 125 veces mayor que los de las familias de la quinta parte más pobre. De acuerdo a una nota de “El Sol de México” del día 2 de Enero de este año, el salario mínimo en México tuvo un nivel máximo en 1976, al ubicarse en 53.5 pesos diarios calculados a precios de 1994, para el año 2007 estas percepciones equivalen a 11.1 pesos diarios con la misma base de cálculo.

Si a esto le aunamos el comparativo de que el salario mínimo en Estados Unidos es de 5.5 dólares la hora, equivalente a 60 pesos, y que el galón de gasolina cuesta menos de 3 dólares, significa que pagamos el mismo producto como si fuéramos un país de primer mundo y ganamos un salario ni siquiera de un mundo en vías de desarrollo.

Este es el reto mayor de cualquier gobierno que promete más y mejores empleos. ¿Cómo lograr que la población esté en el marco del mercado con una mejor condición de vida si cada vez que recibe su salario es porque ya puede comprar menos? Es de urgencia vital subsanar este problema social. De lo contrario el mercado informal, la mala calidad de la educación, el subempleo, el apoderamiento de las calles por los franeleros, la delincuencia y sus formas más sofisticadas se incrementarán.


Comentarios: el.sabroso.21@hotmail.com

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