jueves, 24 de enero de 2008

OTRA DEL 11 DE SEPTIEMBRE.

Por: Anselmo Bautista.
Desde Nuevo Laredo, Mx.


Nos acercamos nuevamente al 11 de septiembre, Aniversario de la extraña caída de las Torres Gemelas. Nuevamente veremos por televisión alguna reseña de ese trágico día.

Cuando los edificios se desplomaron, yo me encontraba en Missouri. Al igual que todos me quedé con los ojos cuadrados viendo cómo se desplomaban verticalmente las torres y pensé con tristeza e impotencia en todas las personas que dentro se encontraban. Pero también fue motivo de contemplación ante la perfección con que las torres se desplomaron. No cayeron inclinadas. Literalmente el último piso quedó encima del primero. Ni una estructura firme quedó para la posteridad (de inmediato fueron desplazadas como fierro viejo a China para desaparecer cualquier evidencia de uso de explosivos).
Yo no me trago el cuento de que fue un ataque terrorista y si lo fue, entonces fue un acto de terrorismo de los norteamericanos para los norteamericanos. Hasta dudo que Bin Laden haya tenido algo que ver. Me bastó con ver y me basta con recordar la forma tan perfecta en que cayeron las Torres Gemelas.

El impacto de un avión no era suficiente para que se derrumbaran (estaban hechas para soportarlo) y si lo fue, no era para que cayeran como acordeón, exactamente como si toda su estructura hubiera sido preparada para ser detonada y así evitar daños a los edificios colindantes.

Es extraño que no exista un video sobre el ataque al pentágono. El impacto no pudo haber sido por un avión, como se dijo. Un artefacto tal, antes de caer, debió haber echo daños a instalaciones eléctricas de la ciudad debido a que tuvo que volar demasiado bajo, tan bajo que un piloto de cualquier aerolínea no hubiera sido capaz y mucho menos un terrorista de apenas unos meses de instrucción: sino un militar.

No pretendo ser perito ni dar conclusiones técnicas. Son conclusiones que mi razonamiento me permite esbozar sin ayuda de ninguna ciencia.

Son suposiciones mías que a lo mejor son tan verdaderas como que Bush hijo es Presidente de Estados Unidos y que pertenece a la secta secreta de Skull and Bones, y miembro del Council on Foreign Relations (CFR), que es un grupo formado, entro otros, por los Rockefeller y Rothschild, y cuya misión es adueñarse de todas los puntos de comercio estratégicos para controlar el mundo, a saber: el petróleo, las universidades (Yale, Harvard, Oxford), los canales de comunicación más importantes (noticieros y periodismo), incluso se ha apoderado de intelectuales escritores.

¿Sabía usted que en su tiempo el Clan Bush tenía amistad y tratos comerciales con Hitler, a quien equipó de armas hasta los dientes lo mismo que hizo con Sadam Hussein? ¿Y que con la familia Bin Laden, fueron socios para extraer petróleo en Texas?

En fin, el 11 de septiembre del 2001 fue un día trágico para las familias de los desaparecidos entre los escombros. Pero también el 11 de septiembre es un día que nos debe recordar las ideas de Maquiavelo encarnadas en el cerebro de Bush a quien no le importa sepultar a su propia gente entre escombros con tal de justificar una guerra en aras de apoderarse del petróleo de la “vecindad”. A Bush que no le importa siquiera matar a quien fuera uno de sus mejores compradores de armas: Sadam Hussein.

Bin Laden, socio comercial y amigo, es solo el pretexto para mantener al ejército de Estados Unidos en Irak y lo mantendrá vivo hasta que a sus fines convenga.

Ahora hay que estar pendientes con lo que Bush haga con Corea del Norte y quizás China. Seguramente maquinará otra de sus artimañas para bombardearlos.

Total que, “el fin justifica los medios”.

Y aquí les dejo una frase célebre.

No soy del todo inútil…
Por lo menos sirvo de mal
ejemplo.
Jorge Bush-ido.



Y si es usted escritor y quiere vender su libro, aquí le muestro una Nueva Modalidad para hacerlo, sólo tiene que seguir estrictamente las siguientes reglas:

1. Titularlo: “Cómo hacer megamillones en Rusia”.
2. Cubrir la portada con 600 diamantes.
3. Y esperar a que los camaradas rusos que salieron de la debacle de la igualitaria URSS con algunos millones que los demás, se interesen.

Como es obvio, el libro será tan inútil como un manual de panadería para un repostero. Así lo hizo la “escritora” inglesa Shashoua, con su libro “Bailando con el oso”, una “joya” de la literatura inglesa, y no precisamente porque esté a la altura de Oscar Wilde o Shakespeare, sino porque posee precisamente 600 incrustaciones de diamantes en la cubierta y sólo se fabrica sobre pedido. ¡Su libro enseña a un millonario hacerse millonario!

Tal vez usted quiera enseñar a un escritor convertirse en escritor incrustando en la portada una pluma Shiffer o Montblanc. Podría resultar. ¡Suerte!


Comentarios: el.sabroso.21@hotmail.com

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