jueves, 24 de enero de 2008




El Presidente del Empleo.

Por: Anselmo Bautista López.


Para comunicarse con la gente, el presidente Felipe Calderón aún no haya un estilo y parece que ni siquiera esté buscando uno. No obstante, en su parte retórica me recuerda mucho a Carlos Salinas de Gortari, tanto en su período como candidato así como presidente.

En los días previos al primer aniversario de su gestión, durante su discurso del primero de diciembre y en los días posteriores, se le armó una burda campaña de entrevistas en medios electrónicos por sus estrategas de comunicación en la que se empeñó decir al país que no podíamos estar mejor, soslayando sus pobres resultados administrativos.

Al igual que Salinas, ha empleado de forma ostensible un discurso en el que la autocrítica está ausente. Ni siquiera un “vamos bien pero tenemos que redoblar el esfuerzo” de las fórmulas retóricas priistas.

No, Calderón a un año de su gobierno nos ha estado enviando a fuerza de entrevistas en radio y televisión y de un insultante bombardeo de spots durante todo el día, de la Presidencia y de las Secretarías de Estado, el mensaje de que “estamos mejor que nunca, qué bien se están haciendo las cosas, cómo trabaja el gobierno marchando como relojito, uff, por el bienestar de los mexicanos”.

Vamos, el mensaje recurrente y tácito que ha sido y sigue siendo, es: “Mi gobierno es el mejor”.

Nos quiere convencer reiteradamente de una realidad que no existe. Abusa de las justificaciones, de la reducción y simplificación de los problemas, las verdades a medias, las comparaciones, las descontextualizaciones, los lugares comunes, las minimizaciones, la falta de autocrítica y el echar mano de toda suerte de recursos retóricos que en su momento empleó Salinas...

Bueno, las metáforas no le salen muy bien a Calderón tanto como las usó a tope Salinas. Calderón, al igual que sus antecesores, ofende nuestra inteligencia, nos falta al respeto, nos toma el pelo.

A través del discurso nos tiende una cortina de humo respecto a dos de los principales temas nacionales: la lucha contra el narcotráfico y el empleo.

A estas alturas nos queda claro que con toda la espectacularidad del despliegue militar la lucha contra el narcotráfico es inútil. Calderón apenas se viene dando cuenta de qué tamaño es el animal y de sus posibilidades reales de atacarlo.

Sin duda los esfuerzos son evidentes y no podemos escamotear los avances. Pero si algo es notorio es que Calderón apenas va reconociendo al enemigo, a ese al que le declaró la guerra, al cual, admite apenas, también lo ha visto metido en casa, o sea, dentro de su administración.

En el caso del empleo, si no tiene perdón. Nadie esperaba que un gobernante en política mexicana reconociera un fracaso en un tema social y económico tan sensible, sobre todo que cuando fue candidato en campaña su aspiración era la de ser un presidente del empleo.

Qué bueno que haya más trabajadores afiliados al IMSS, pero es ofensivo vanagloriarse de un logro que no es cuando el número de desempleados es mayor que cuando asumió la presidencia; los empleos eventuales es mayor que los permanentes; ha crecido el número de puestos de trabajo sin contrato ni prestaciones; ha aumentado el empleo doméstico; la informalidad aumenta; cada vez hay más puestos mal pagados, inseguros y precarios.

Por lo menos y sin meter las manos al fuego por él, Vicente Fox lo reconocía. Pero Calderón, imposible.

Y por si eso no fuera suficiente, el Congreso ha instituidos nuevos impuestos.

En fin, que el saldo del primer año de la “presidencia del empleo” es: México sigue a pique.

Comentarios: el.sabroso.21@hotmail.com

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