viernes, 17 de octubre de 2008

Jugaba a los hoyitos

Jugaba a los hoyitos.

Para quienes nunca lo jugaron, el juego de los hoyitos consiste en hacer en línea horizontal tantos hoyitos como jugadores participen los cuales se numeran del 1 al n jugadores. Se pinta una raya a x distancia de los hoyitos y todos se postran detrás de ella. Con una pelotita de esponja se intenta meterla en uno de los hoyos. De no caer dentro le corresponde intentarlo al siguiente jugador de acuerdo a la numeración ascendente. Cuando la pelota cae en un hoyo, el jugador con ese número corre a sacarla y comienza a perseguir al resto hasta que lanzando la pelota en un solo intento llegue a pegarle a alguno. Si no alcanza a pegar a ninguno recibe un castigo que es el fusilamiento. Se le coloca frente a una pared y cada uno le lanza la pelota a la espalda tan fuerte como pueda. Y el juego se reinicia.


La super inteligencia de nuestro gobierno mexicano ha logrado con éxito la captura de los “terroristas” que lanzaron granadas en Morelia en tan solo 15 días gracias a las mil pruebas contundentes de su criminalidad.


Lo que sorprende es que estos “terroristas” confesos manifestaron con gran tranquilidad como si de antemano supieran lo que habrían de responder ante tan inquisidoras, insistentes y profundas preguntas de la autoridad que no les quedaba de otra más que decir la verdad. ¿Quién puede evadir decir la verdad ante esa técnica tan depurada, sutil, inteligente y astuta de interrogar que casi raya en lo científico sacada de profundos estudios psicológicos de la mente criminal?


Algunas respuestas de los confesos fueron que lo hicieron por que sólo se les ocurrió; estaban drogados y tenían miedo de hacerlo; no tenían intenciones de aniquilar a algún político y mucho menos era la acción de alguna estrategia guerrillera; que se echó un hot dog antes de tirar la granada.


¡Cómo es posible que existan contradicciones en un declaración tan delicada!


La autoridad, a pesar de esas mil pruebas que los incriminan y que hacen innecesaria su confesión para ser consignados de inmediato, los arraiga por 40 días. ¿Para qué?


¿En qué debemos creer? ¿Que los niños estaban jugando a los hoyitos y fue una chamacada lo que hicieron? ¿Qué el 9/11 es diferente al 9/15? ¿Debemos creer qué dichos “terroristas” son unos retrazados mentales idiotas y tarados? ¿Debemos creer que cualquier hijo de vecina puede jugar a la pelota con granadas como sucedió en otro espacio días después de lo ocurrido en Morelia? ¿Debemos creer que el narcotráfico es reciente y que apenas las autoridades se dieron cuenta de su existencia? ¿Debemos creer que la crisis económica de hoy fue como un sismo impredecible que agarró dormidos a todos los sesudos economistas del mundo? ¿O es que nos quieren vender la idea de la necesidad de un Estado Opresor? ¿O de plano es que somos tan idiotas? No lo creo. No creo que seamos idiotas. Lo que sí creo es que somos indiferentes como para reaccionar a lo que sucede alrededor y nos afecta; y no nos queda de otra más que refugiarnos en la impotencia y haber qué Dios dirá.


Lo que sí creo es que se hace urgente que todos los adultos cambiemos nuestra pobre y mezquina mentalidad y eduquemos a los niños con principios y valores; les inculquemos la importancia del trabajo honesto; enseñarles alcanzar lo que se desea con esfuerzo, disciplina y conocimientos; de llevar una vida con ética, civismo y de respeto; mostrarle los beneficios de hacer deporte y los maleficios de la rebeldía insensata. Entre otras cosas más para que cuando ellos sean adultos, en realidad las cosas hayan cambiado para bien de todos sin mucho esfuerzo más que con la simple actitud. ¿Y cómo hemos de obrar los adultos de hoy? Simple: con el ejemplo de nuestras acciones tendientes a crear esa atmósfera.


No acababa de escribir el anterior párrafo cuando sus palabras me retumbaron utópicas. Hasta me dan la impresión de que las saqué de algún ingenuo chiste que no recuerdo.


Me sorprende mucho saber de que sean los jóvenes más que los adultos quienes están a favor de que se legalice la marihuana; de que sean jóvenes el mayor número de ejecutados; de que sean jóvenes el mayor número enlistado en el narcotráfico; de que sean jóvenes del Ejército los que vayan a enfrentarlos; me sorprende mucho leer blogs donde jóvenes (hombres y mujeres de Miguel Alemán, Reynosa y Matamoros) se sientan admirados, atraídos y hasta echen porras a la figura de Heriberto Lazcano, ex integrante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes) y líder de los Zetas.


Me sorprende mucho ver ídolos como RBD, Malverde, Los Zetas.


Me sorprende mucho de que los jóvenes no tengan por lo menos una bandera ideológica como los jóvenes del 68 y próximos. Aún recuerdo a mi primo (1980) idealizar al “Che” Guevara, aunque yo era muy chico, también me impactó esa imagen de boina en blanco y negro.


Yo también tuve mis ídolos que a últimas fechas se van turnando. Primero fue Bruce Lee, luego Michael Jackson, después Benito Pérez Galdós; luego Da Vinci, después caí con Sócrates y Platón; más adelante asigné el puesto a Einstein. Pasado un tiempo y dentro de mis recuerdos descubrí a mi padre al cual ahora entiendo todo aquello que no le comprendía porque tampoco me fue explicado.


Saludos.


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Libre de virus, libre de chingaderas.

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